24/07/2020, 22:58
—En orden. Es el año 220, estamos en la Minas de Akuma, País del Viento y el ryo sigue siendo la moneda común.
»También estamos en una época de paz relativa, en donde las tres grandes aldea ninjas han hecho un tratado de cooperación mutua
El shinobi fue directo al grano, respondiendo a sus preguntas sin pedir nada más a cambio. Realmente era un chico demasiado serio para el gusto de Violeta. Sin embargo, lo agradecía ahora mismo para conseguir la información que necesitaba.
—Vi-Violeta-san debe estar cansada… ¿Cu-Cuánto tiempo e-estuvo sellada? ¿D-de dónde viene? S-si se puede saber, claro...
Y después estaba Ranko, tan dulce e inocente que era fácil olvidar el peligro constante que eran sus musculosas piernas. Violeta se relajó por completo, ninguno de los dos ninjas parecía dispuesto a empezar una trifulca. Se llevó un dedo al labio inferior intentando hacer memoria.
— Si no me falla la memoria, unos doce años. ¿Estamos en invierno? Es dificil saber la temperatura exterior en una cueva. Y... ¿Minas de Akuma? ¿Y el gas venenoso? — levantó una ceja mirando alrededor, no, no había ni rastro del veneno.
Aprovechando la nueva concordia que habían alcanzado, empezó caminar por los alrededores, explorando el pasillo y después el gran espacio abierto. También iba estirándose aquí y allá y probando como le reaccionaba el cuerpo. Mientras lo hacía contestaba a las preguntas de la kunoichi.
— Nací cerca de Yachi, en una pequeña aldea agrícola al norte. No teníamos mucho pero no nos moríamos de hambre. Un ninja de Kusagakure me encontró y me tomó bajo su tutela, entonces yo era una niña débil y más bien poco útil para la familia. El hombre vio algo en mi y como él no podía tener hijos, quiso que yo fuese su sucesora. Me entrenó, me convertí en ninja, pasaron un par de cosas más y aquí estoy.
Justo estaba revisando las plantas que habían crecido en aquel amplio espacio gracias a la luz solar cuando se dio cuenta de que tal vez había revelado demasiada información. Esperó primero la reacción de los ninjas antes de decir nada más.
»También estamos en una época de paz relativa, en donde las tres grandes aldea ninjas han hecho un tratado de cooperación mutua
El shinobi fue directo al grano, respondiendo a sus preguntas sin pedir nada más a cambio. Realmente era un chico demasiado serio para el gusto de Violeta. Sin embargo, lo agradecía ahora mismo para conseguir la información que necesitaba.
—Vi-Violeta-san debe estar cansada… ¿Cu-Cuánto tiempo e-estuvo sellada? ¿D-de dónde viene? S-si se puede saber, claro...
Y después estaba Ranko, tan dulce e inocente que era fácil olvidar el peligro constante que eran sus musculosas piernas. Violeta se relajó por completo, ninguno de los dos ninjas parecía dispuesto a empezar una trifulca. Se llevó un dedo al labio inferior intentando hacer memoria.
— Si no me falla la memoria, unos doce años. ¿Estamos en invierno? Es dificil saber la temperatura exterior en una cueva. Y... ¿Minas de Akuma? ¿Y el gas venenoso? — levantó una ceja mirando alrededor, no, no había ni rastro del veneno.
Aprovechando la nueva concordia que habían alcanzado, empezó caminar por los alrededores, explorando el pasillo y después el gran espacio abierto. También iba estirándose aquí y allá y probando como le reaccionaba el cuerpo. Mientras lo hacía contestaba a las preguntas de la kunoichi.
— Nací cerca de Yachi, en una pequeña aldea agrícola al norte. No teníamos mucho pero no nos moríamos de hambre. Un ninja de Kusagakure me encontró y me tomó bajo su tutela, entonces yo era una niña débil y más bien poco útil para la familia. El hombre vio algo en mi y como él no podía tener hijos, quiso que yo fuese su sucesora. Me entrenó, me convertí en ninja, pasaron un par de cosas más y aquí estoy.
Justo estaba revisando las plantas que habían crecido en aquel amplio espacio gracias a la luz solar cuando se dio cuenta de que tal vez había revelado demasiada información. Esperó primero la reacción de los ninjas antes de decir nada más.