26/07/2020, 18:40
¿Ranko se emocionaba tan fácilmente?
Con las palabras de Ayame, la Kusajin no pudo evitar imaginarse sobre un pilar de rocas, de brazos cruzados, mientras la Amejin estaba en un pilar similar a varios metros de ella. Estaban en un área rocosa, con riscos profundos, sin árboles ni personas o animales que pudiesen lastimar. Se imaginó sendas auras elevándose como llamas intensas mientras las miradas de las chicas se encontraban desafiantes a mitad del camino. Se prepararon para saltar, para lanzar el primer ataque en aquel devastador enfrentamiento y…
—Algo de beber... ¡Ah, ya sé! ¡Sígueme!
Sí, Ranko se emocionaba tan fácilmente, en lo que a combates se refería.
Asintió y caminó tras Ayame. Sus zancadas eran más largas que las de la chica de la luna, pero no podía igualar qué tan rápido se movía ella. Afortunadamente no era una carrera. Llegaron a un lugar de helados y granizados.
”¡Ah! ¿Es que Ayame me tiene que llevar siempre a sitios monos, como a esa posada, Cucurbita?” Entonces Ranko ya no se las imaginó peleando entre riscos épicos, sino en un campo de flores de lavanda. Se mordió el labio para no reírse.
—¡Oh, realmente se me antoja un helado! Uno muy grande, de hecho. —dijo con una gran sonrisa.
Ranko tomó un gran respiro antes de entrar a aquel lugar abarrotado para ocupar la mesa que quedaba libre. Sin embargo, apenas entrar, algo se sacudió en su cabeza.
”Aquí los hacen… los hacen de muerte.”
Un muy amargo recordatorio apareció en su mente. Era algo que no había querido mencionar, pero que tenía que decirle a Ayame. Se lo había prometido. Pero no lo haría todavía. Habían estado charlando muy amenamente como para echar a perder el día con una noticia tan horrible. No. No hablaría de ello.
—Y co-co… ¿cómo es…? —Buscó rápidamente algún tema en el que pudiese resguardarse temporalmente —. ¿Cómo es Daruu-san?
”Ah, por los cielos, Ranko... Bueno, es mucho mejor hablar de ello que de aquel otro tema…”
Con las palabras de Ayame, la Kusajin no pudo evitar imaginarse sobre un pilar de rocas, de brazos cruzados, mientras la Amejin estaba en un pilar similar a varios metros de ella. Estaban en un área rocosa, con riscos profundos, sin árboles ni personas o animales que pudiesen lastimar. Se imaginó sendas auras elevándose como llamas intensas mientras las miradas de las chicas se encontraban desafiantes a mitad del camino. Se prepararon para saltar, para lanzar el primer ataque en aquel devastador enfrentamiento y…
—Algo de beber... ¡Ah, ya sé! ¡Sígueme!
Sí, Ranko se emocionaba tan fácilmente, en lo que a combates se refería.
Asintió y caminó tras Ayame. Sus zancadas eran más largas que las de la chica de la luna, pero no podía igualar qué tan rápido se movía ella. Afortunadamente no era una carrera. Llegaron a un lugar de helados y granizados.
”¡Ah! ¿Es que Ayame me tiene que llevar siempre a sitios monos, como a esa posada, Cucurbita?” Entonces Ranko ya no se las imaginó peleando entre riscos épicos, sino en un campo de flores de lavanda. Se mordió el labio para no reírse.
—¡Oh, realmente se me antoja un helado! Uno muy grande, de hecho. —dijo con una gran sonrisa.
Ranko tomó un gran respiro antes de entrar a aquel lugar abarrotado para ocupar la mesa que quedaba libre. Sin embargo, apenas entrar, algo se sacudió en su cabeza.
”Aquí los hacen… los hacen de muerte.”
Un muy amargo recordatorio apareció en su mente. Era algo que no había querido mencionar, pero que tenía que decirle a Ayame. Se lo había prometido. Pero no lo haría todavía. Habían estado charlando muy amenamente como para echar a perder el día con una noticia tan horrible. No. No hablaría de ello.
—Y co-co… ¿cómo es…? —Buscó rápidamente algún tema en el que pudiese resguardarse temporalmente —. ¿Cómo es Daruu-san?
”Ah, por los cielos, Ranko... Bueno, es mucho mejor hablar de ello que de aquel otro tema…”
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