27/07/2020, 00:14
Podía sentir a Ren, sus labios, sus brazos, tan real, tan cerca. Pero lo que se empezó a acercar de verdad fue el suelo cuando las fuerzas de su hermanastra imaginaria menguaron y cayó por pura gravedad.
Por suerte, era un buen sueño, así que Ren la alcanzó antes de que se abriese la cabeza contra el suelo, dejandola caer con suavidad. Hana abrió los ojos lentamente, fijandose en los orbes azules de Ren que no se despegaban de ella.
— Sé que esto es un sueño, pero... — alzó una mano para acariciar la mejilla de Ren mientras un par de lagrimas caían de sus ojos, ya rojos de tanto llorar — Eres tan hermosa, con esa piel palida y tu pelo, como te odio por tu pelo, siempre tan suavecito a pesar de que ni te lo cuidas. — bajó la mano a los mechones que le colgaban por detrás de la cabeza. — Y realmente me ves a mi, como persona, y te portas bien conmigo, casi siempre. A veces hasta pienso que te gusto, por como soy y no por la posición que tengo.
Apartó la mano y la mirada y sonrió con tristeza.
— Pero eso ya no importa. Porque la he cagado. Ahora solo me quedan los sueños para estar contigo, para hablarte. No sería capaz de hacerlo despierta. No soy tan valiente. En el fondo, por lo menos. La Hana presidenta, sí, ella tiene toda esa confianza y ese carisma, pero yo no, yo solo soy una niña tonta.
Y volvió a echarse a llorar, alejandose de Ren y cerrando los ojos con fuerza, esperandose al momento ineludible en que se despertaría. Sola y fría. Tirada en el suelo del mismo estudio con el que soñaba.
Por suerte, era un buen sueño, así que Ren la alcanzó antes de que se abriese la cabeza contra el suelo, dejandola caer con suavidad. Hana abrió los ojos lentamente, fijandose en los orbes azules de Ren que no se despegaban de ella.
— Sé que esto es un sueño, pero... — alzó una mano para acariciar la mejilla de Ren mientras un par de lagrimas caían de sus ojos, ya rojos de tanto llorar — Eres tan hermosa, con esa piel palida y tu pelo, como te odio por tu pelo, siempre tan suavecito a pesar de que ni te lo cuidas. — bajó la mano a los mechones que le colgaban por detrás de la cabeza. — Y realmente me ves a mi, como persona, y te portas bien conmigo, casi siempre. A veces hasta pienso que te gusto, por como soy y no por la posición que tengo.
Apartó la mano y la mirada y sonrió con tristeza.
— Pero eso ya no importa. Porque la he cagado. Ahora solo me quedan los sueños para estar contigo, para hablarte. No sería capaz de hacerlo despierta. No soy tan valiente. En el fondo, por lo menos. La Hana presidenta, sí, ella tiene toda esa confianza y ese carisma, pero yo no, yo solo soy una niña tonta.
Y volvió a echarse a llorar, alejandose de Ren y cerrando los ojos con fuerza, esperandose al momento ineludible en que se despertaría. Sola y fría. Tirada en el suelo del mismo estudio con el que soñaba.