27/07/2020, 12:36
—Y-yo… Veré q-qué tiene Violeta-san p-para mostrar y-y… n-nos encontraremos en un rato. ¿E-está bien, Kazuma-san? Ranklon se quedará a cuidar tus espaldas.
En el mismo momento en que cogió su mano, Violeta tiró de ella con fuerza y no la soltó, ambas andarían el pasillo hasta que la luz natural empezaría a flaquear y entonces seguirían como si nada sin aminorar el ritmo siquiera. Violeta sintió que aún le debía una explicación.
— Lo cierto es que esto no es parte de las minas, aunque seguramente ya lo habías notado, no hay vagonetas, las paredes no están picadas ni nada de eso. Yo misma hice este túnel.Hasta que por pura casualidad me encontré con esa galería. — explicó mientras andaba — Viví aquí un par de años, Una larga historia, en fin, creo que era por aquí.
Se paró en un sitio que a todas luces parecía aleatorio. Palpó un momento la pared y entonces Ranko podría ver como se acumulaba un chakra rojizo en su pierna para dar una fuerte patada al suelo. Un trozo de la pared que acababa de palpar subiría, como si de una puerta vertical se tratase. Claro que Ranko no podría ver nada de esto, pero tampoco importaba porque Violeta tenía su mano agarrada y la metió en aquella habitación secreta.
En cuanto ambas estuviesen dentro, Ranko oiría a su espalda como la piedra volvía a caer, cerrando la habitación tras ella. Un fuerte olor a metal y madera podrida inundaria sus fosas nasales.
— Uy, sí, la luz, perdona. — esta vez soltó la mano de la kusajin para hacer sellos y de pronto apareció una pequeña bola de fuego que impactó en lo que parecía el centro de la habitación, encendiendo una precaria hoguera que había allí. — Ugh, no va a aguantar mucho
Lo primero que vería Ranko era a Violeta partiendo un mueble de madera con sus propias manos para echar un trozo al fuego, después el resto de la habitación. Todas las paredes estaban ocupadas con todo tipo de estanterias ocupadas a su vez por todo tipo de armas. Espadas, lanzas, hachas, kusarigamas, mazas, shurikens, kunais e incluso una cuchara sopera con pinchos.
— El tiempo que pasé aquí fue para desmantelar una red que suministraba todo tipo de armas a los bandidos del País del Viento y estaban expandiendose. Esto es solo lo que se podía aprovechar, tendrías que haber visto las locuras que habían llegado a construir. — explicó mientras rebuscaba entre los cajones del mueble que acababa de partir. — Aquí están mis niñas.
Sacó un cofre, lo abrió sin problema y de dentro sacó un puño americano. Se lo puso y se maravilló ella misma de ver el metal abrazando sus dedos, aumentando el daño que tanto ella como su victima se harían al dar un puñetazo.
— Esto es lo único que realmente vale la pena.
Sentenció mientras practicaba dando un par de puñetazos al aire.
En el mismo momento en que cogió su mano, Violeta tiró de ella con fuerza y no la soltó, ambas andarían el pasillo hasta que la luz natural empezaría a flaquear y entonces seguirían como si nada sin aminorar el ritmo siquiera. Violeta sintió que aún le debía una explicación.
— Lo cierto es que esto no es parte de las minas, aunque seguramente ya lo habías notado, no hay vagonetas, las paredes no están picadas ni nada de eso. Yo misma hice este túnel.Hasta que por pura casualidad me encontré con esa galería. — explicó mientras andaba — Viví aquí un par de años, Una larga historia, en fin, creo que era por aquí.
Se paró en un sitio que a todas luces parecía aleatorio. Palpó un momento la pared y entonces Ranko podría ver como se acumulaba un chakra rojizo en su pierna para dar una fuerte patada al suelo. Un trozo de la pared que acababa de palpar subiría, como si de una puerta vertical se tratase. Claro que Ranko no podría ver nada de esto, pero tampoco importaba porque Violeta tenía su mano agarrada y la metió en aquella habitación secreta.
En cuanto ambas estuviesen dentro, Ranko oiría a su espalda como la piedra volvía a caer, cerrando la habitación tras ella. Un fuerte olor a metal y madera podrida inundaria sus fosas nasales.
— Uy, sí, la luz, perdona. — esta vez soltó la mano de la kusajin para hacer sellos y de pronto apareció una pequeña bola de fuego que impactó en lo que parecía el centro de la habitación, encendiendo una precaria hoguera que había allí. — Ugh, no va a aguantar mucho
Lo primero que vería Ranko era a Violeta partiendo un mueble de madera con sus propias manos para echar un trozo al fuego, después el resto de la habitación. Todas las paredes estaban ocupadas con todo tipo de estanterias ocupadas a su vez por todo tipo de armas. Espadas, lanzas, hachas, kusarigamas, mazas, shurikens, kunais e incluso una cuchara sopera con pinchos.
— El tiempo que pasé aquí fue para desmantelar una red que suministraba todo tipo de armas a los bandidos del País del Viento y estaban expandiendose. Esto es solo lo que se podía aprovechar, tendrías que haber visto las locuras que habían llegado a construir. — explicó mientras rebuscaba entre los cajones del mueble que acababa de partir. — Aquí están mis niñas.
Sacó un cofre, lo abrió sin problema y de dentro sacó un puño americano. Se lo puso y se maravilló ella misma de ver el metal abrazando sus dedos, aumentando el daño que tanto ella como su victima se harían al dar un puñetazo.
— Esto es lo único que realmente vale la pena.
Sentenció mientras practicaba dando un par de puñetazos al aire.