28/07/2020, 22:53
—¡Kazuma-san! ¿E-está listo el cuerpo?. ¡Era una justiciera, Kazuma-san! ¡Perseguía a unos traficantes de armas! ¡Y Violeta-san tiene una base oculta aquí en las minas, es re-genial!
Violeta no pudo evitar sonreír ante la emoción de Ranko, se sintió satisfecha de haberle enseñado los secretos de la cueva. Aunque, si realmente volvía a la villa, tendría que regañarla por confiar con tanta facilidad en los desconocidos. Buenamente podría haberla destripado como un conejo en la primera sala en la que había entrado.
— Tengo una pregunta para Violeta-san
Violeta-san suspiró, alzó una ceja y suspiró. Aquel par de genins eran como el caballo del malo de cualquier historia, siempre lo suficientemente lento para no alcanzar nunca el caballo blanco del héroe. Pero no tenía nada que hacer, aparte de respirar aire libre y limpiarse diez años de lodo de encima. Nada importante. Se cruzó de brazos y esperó.
—Violeta-san, se supone que las minas eran un laberinto en el cual es imposible orientarse; sin embargo, nuestro camino hasta aquí fue solo un callejón, una línea recta que bajaba y luego subía. ¿Qué opinas?
Bueno, peores preguntas se le ocurrían a la mujer.
— Opino que estáis confundidos, esto no son las minas. Por lo menos no una parte explotada de las mismas, si consideramos que todas las cuevas son minas. En fin, yo construí el pasillo, lo hice recto, pero de eso hace ya unos doce años así que no puedo culparle por bajar o subir. Las minas son un laberinto y están más al oeste.
Hizo una breve pausa mientras miraba al techo, recordando.
— La entrada es natural y filtraba algo de veneno, así que decidí hacer aquí la cueva precisamente para que se confundiera como una entrada más a la mina, pero en cuanto entras se nota que no es una mina. La cosa es que nadie en todo el tiempo que estuve aquí decidió entrar. Para una persona normal es solo un callejón sin salida.
Señaló el charco de sangre donde debería haber un cuerpo para demostrar su punto.
— ¿Podemos salir ya?
Violeta no pudo evitar sonreír ante la emoción de Ranko, se sintió satisfecha de haberle enseñado los secretos de la cueva. Aunque, si realmente volvía a la villa, tendría que regañarla por confiar con tanta facilidad en los desconocidos. Buenamente podría haberla destripado como un conejo en la primera sala en la que había entrado.
— Tengo una pregunta para Violeta-san
Violeta-san suspiró, alzó una ceja y suspiró. Aquel par de genins eran como el caballo del malo de cualquier historia, siempre lo suficientemente lento para no alcanzar nunca el caballo blanco del héroe. Pero no tenía nada que hacer, aparte de respirar aire libre y limpiarse diez años de lodo de encima. Nada importante. Se cruzó de brazos y esperó.
—Violeta-san, se supone que las minas eran un laberinto en el cual es imposible orientarse; sin embargo, nuestro camino hasta aquí fue solo un callejón, una línea recta que bajaba y luego subía. ¿Qué opinas?
Bueno, peores preguntas se le ocurrían a la mujer.
— Opino que estáis confundidos, esto no son las minas. Por lo menos no una parte explotada de las mismas, si consideramos que todas las cuevas son minas. En fin, yo construí el pasillo, lo hice recto, pero de eso hace ya unos doce años así que no puedo culparle por bajar o subir. Las minas son un laberinto y están más al oeste.
Hizo una breve pausa mientras miraba al techo, recordando.
— La entrada es natural y filtraba algo de veneno, así que decidí hacer aquí la cueva precisamente para que se confundiera como una entrada más a la mina, pero en cuanto entras se nota que no es una mina. La cosa es que nadie en todo el tiempo que estuve aquí decidió entrar. Para una persona normal es solo un callejón sin salida.
Señaló el charco de sangre donde debería haber un cuerpo para demostrar su punto.
— ¿Podemos salir ya?