1/08/2020, 19:58
(Última modificación: 1/08/2020, 19:59 por Himura Ren.)
El suave golpeteo llamó entonces la atención de la señora, quien dirigió su mirada a la rubia que origino el ruido.
—¡Oh perdóname! ¡No me había fijado que habías llegado, querida! — se acercó hasta ella para cogerla de las manos sonriente, tenía el pelo recogido y bastante mullido, además se la veía bastante enérgica pese a su edad.
—Abuea, te he dicho que te quedes dentro... Ya no-Oh — Una joven hizo entonces acto de presencia. — ¿Eres la genin a cargo de la misión? ¡Has llegado en el momento perfecto! Me llamo Ai, y esta es mi abuela; también Ai. — añadió la joven con una suave risa.
Debía sacarle varios años a Hana, rondando casi los 20; su pelo era de color marrón claro y sus ojos de color grisáceo. Vestía un delantal blanco apagado, el tiempo había hecho bastante mella en aquel pobre trapo. Una camisa de mangas cortas rosa apagado y un pantalón grisáceo junto a unas zapatillas deportivas también grises.
—Perdonala, es bastante testaruda y pese a que ya no esta a cargo de la tienda; como vivimos todos aquí, le da bastante igual — añadió con una torpe risa.
—¡Debo supervisar la mercancía!
—Siiii... Abuela... Claro que sí...
—¡Oh perdóname! ¡No me había fijado que habías llegado, querida! — se acercó hasta ella para cogerla de las manos sonriente, tenía el pelo recogido y bastante mullido, además se la veía bastante enérgica pese a su edad.
—Abuea, te he dicho que te quedes dentro... Ya no-Oh — Una joven hizo entonces acto de presencia. — ¿Eres la genin a cargo de la misión? ¡Has llegado en el momento perfecto! Me llamo Ai, y esta es mi abuela; también Ai. — añadió la joven con una suave risa.
Debía sacarle varios años a Hana, rondando casi los 20; su pelo era de color marrón claro y sus ojos de color grisáceo. Vestía un delantal blanco apagado, el tiempo había hecho bastante mella en aquel pobre trapo. Una camisa de mangas cortas rosa apagado y un pantalón grisáceo junto a unas zapatillas deportivas también grises.
—Perdonala, es bastante testaruda y pese a que ya no esta a cargo de la tienda; como vivimos todos aquí, le da bastante igual — añadió con una torpe risa.
—¡Debo supervisar la mercancía!
—Siiii... Abuela... Claro que sí...