1/08/2020, 20:01
—Y-yo… Ahm… Uno grande. Un helado, quiero d-decir, un helado grande. D-e zarzamora, menta, pistache y fresa con crema.
«¿Todos esos sabores juntos? ¿Pero eso está bueno siquiera?» Se preguntaba Ayame, con los ojos abiertos como platos.
Pero Ranko no había terminado.
—Con chispas de chocolate. N-no, mejor con... ahm… ¿Puede bañarlo con chocolate líquido?
—Claro. Un helado gigante, entonces —asintió el camarero-pingüino, divertido ante la curiosa petición de la muchacha.
—¡S-sí! ¡Pues perfecto! Ah… Y chochitos de colores.
—Estarán enseguida.
Y, tras tomar nota de sus pedidos, el hombre se marchó.
—L-lo siento si parezco… ahm… No sé. ¿Golosa? D-desde que intensifiqué mi entrenamiento he estado comiendo más… —se excusó la de Kusagakure, encogiéndose de hombros.
Pero Ayame soltó una carcajada y agitó una mano en el aire.
—¡No te disculpes por eso! Ya tenemos algo en común —Le guiñó un ojo—. Aunque yo rara vez salgo del chocolate. Tantos sabores juntos...
Eso sí que se le había hecho raro.
—¿Ojos blancos? —preguntó de repente, y a Ayame le costó algunos segundos darse cuenta de que volvía a inquirir sobre Daruu—. Jum… Sólo he visto a una persona con ojos blancos, creo… ¿Le pasa algo a los ojos de Daruu-san?
Ayame volvió a reír.
«Oh, no. Claro que no les pasa nada. Más bien al contrario. Malditos Ojos Blancos.»
—No, que va —volvió a agitar una mano en el aire—. Tranquila, está bien sano. No está ciego, ni le pasa nada raro en los ojos: puede ver perfectamente.
No quiso dar información sobre el Byakugan como dōjutsu a propósito. Ella, como kunoichi, era la primera que guardaba celosamente sus técnicas bajo candado. Así que era decisión de Daruu el dar información o no.
—Por cierto, ¿a qué viene tanta curiosidad por Daruu? ¿Hay alguna razón en especial detrás? —cuestionó, ladeando la cabeza con curiosidad.
«¿Todos esos sabores juntos? ¿Pero eso está bueno siquiera?» Se preguntaba Ayame, con los ojos abiertos como platos.
Pero Ranko no había terminado.
—Con chispas de chocolate. N-no, mejor con... ahm… ¿Puede bañarlo con chocolate líquido?
—Claro. Un helado gigante, entonces —asintió el camarero-pingüino, divertido ante la curiosa petición de la muchacha.
—¡S-sí! ¡Pues perfecto! Ah… Y chochitos de colores.
—Estarán enseguida.
Y, tras tomar nota de sus pedidos, el hombre se marchó.
—L-lo siento si parezco… ahm… No sé. ¿Golosa? D-desde que intensifiqué mi entrenamiento he estado comiendo más… —se excusó la de Kusagakure, encogiéndose de hombros.
Pero Ayame soltó una carcajada y agitó una mano en el aire.
—¡No te disculpes por eso! Ya tenemos algo en común —Le guiñó un ojo—. Aunque yo rara vez salgo del chocolate. Tantos sabores juntos...
Eso sí que se le había hecho raro.
—¿Ojos blancos? —preguntó de repente, y a Ayame le costó algunos segundos darse cuenta de que volvía a inquirir sobre Daruu—. Jum… Sólo he visto a una persona con ojos blancos, creo… ¿Le pasa algo a los ojos de Daruu-san?
Ayame volvió a reír.
«Oh, no. Claro que no les pasa nada. Más bien al contrario. Malditos Ojos Blancos.»
—No, que va —volvió a agitar una mano en el aire—. Tranquila, está bien sano. No está ciego, ni le pasa nada raro en los ojos: puede ver perfectamente.
No quiso dar información sobre el Byakugan como dōjutsu a propósito. Ella, como kunoichi, era la primera que guardaba celosamente sus técnicas bajo candado. Así que era decisión de Daruu el dar información o no.
—Por cierto, ¿a qué viene tanta curiosidad por Daruu? ¿Hay alguna razón en especial detrás? —cuestionó, ladeando la cabeza con curiosidad.