3/08/2020, 12:53
Yōgi podía ser demasiado confiado, demasiado extrovertido y todo lo que quisieran, pero no era tonto. Nadie hubiese venido a preguntar si les habían asignado un ninja si se trataba de un exiliado. Mientras Kazuma aseguro implicitamente que no lo conocía, Ranko fue menos sutil, tan poco sutil, que dijo lo contrario.
Aunque aceptaba que podía no tener que ver con ellos, que un criminal aún estuviese entre sus filas decía que su villa era más bien... permisiva con esos aspectos. Si había uno, ¿quien le decía que no podían ser dos? ¿Tal vez tres?
Después pasaron al tema de la mujer del maletín. Los ninjas aseguraban que no había maletín, que la mujer había salido de un pergamino y que se llamaba Violeta-san. Kazuma lo explicó con su seriedad habitual, pero lo que sorprendió a Yōgi fue la actitud de Ranko. Pasó de su habitual timidez y tartamudeo a una firmeza implacable al justificar a la pelirroja.
La actitud formal en todo momento de ambos ninjas empezaba a hacer mella en él. Esperaba que para ese momento hubiese caido alguna amenaza si realmente eran delincuentes. Y si realmente tenían el maletín, ¿qué hacían allí? ¿Por qué no huir con aquella mujer sin más?
Pero tal vez querían hacerle dudar. Tendría que pensarselo más.
Agarró la nota que le ofrecía la kusajin con el indice y el pulgar, cogiendola de una de las puntas que no estaban ensangrentadas y la mantuvo tan lejos como fuese posible. La leyó detenidamente y torció el gesto. Estaba claro que las pruebas que le presentaban iban encaminadas en una sola dirección. Uragiri desconfiaba de ellos y ellos de Uragiri.
Por primera vez, Yōgi se sentó. Cogió un pequeño taburete que tenía por ahí y se sentó al lado de la mesa. Suspiró.
— Muy bien, digamos que creo vuestra versión. Si el tunel es recto y no tiene salida y la mujer no se ha llevado el maletín. ¿Donde está? Está claro que alguien está mintiendo, pero a mi eso me da igual solo quiero lo que es mio.
Dejó la nota sobre la mesa. No tenía que calentarse tanto la cabeza con versiones ni mierdas, él solo quería el maletín. ¿Tan difícil era?
Aunque aceptaba que podía no tener que ver con ellos, que un criminal aún estuviese entre sus filas decía que su villa era más bien... permisiva con esos aspectos. Si había uno, ¿quien le decía que no podían ser dos? ¿Tal vez tres?
Después pasaron al tema de la mujer del maletín. Los ninjas aseguraban que no había maletín, que la mujer había salido de un pergamino y que se llamaba Violeta-san. Kazuma lo explicó con su seriedad habitual, pero lo que sorprendió a Yōgi fue la actitud de Ranko. Pasó de su habitual timidez y tartamudeo a una firmeza implacable al justificar a la pelirroja.
La actitud formal en todo momento de ambos ninjas empezaba a hacer mella en él. Esperaba que para ese momento hubiese caido alguna amenaza si realmente eran delincuentes. Y si realmente tenían el maletín, ¿qué hacían allí? ¿Por qué no huir con aquella mujer sin más?
Pero tal vez querían hacerle dudar. Tendría que pensarselo más.
Agarró la nota que le ofrecía la kusajin con el indice y el pulgar, cogiendola de una de las puntas que no estaban ensangrentadas y la mantuvo tan lejos como fuese posible. La leyó detenidamente y torció el gesto. Estaba claro que las pruebas que le presentaban iban encaminadas en una sola dirección. Uragiri desconfiaba de ellos y ellos de Uragiri.
Por primera vez, Yōgi se sentó. Cogió un pequeño taburete que tenía por ahí y se sentó al lado de la mesa. Suspiró.
— Muy bien, digamos que creo vuestra versión. Si el tunel es recto y no tiene salida y la mujer no se ha llevado el maletín. ¿Donde está? Está claro que alguien está mintiendo, pero a mi eso me da igual solo quiero lo que es mio.
Dejó la nota sobre la mesa. No tenía que calentarse tanto la cabeza con versiones ni mierdas, él solo quería el maletín. ¿Tan difícil era?