7/08/2020, 01:28
Como era de sospecharse, aunque le costase admitirlo a Ranko, Ayame no se incomodó por la pregunta. Las órdenes de las chicas no se hicieron esperar, y la Kusajin se enamoró de su helado gigante.
—G-gracias. —Inclinó levemente la cabeza ante el mesero y tomó la cuchara.
Parecía un postre para tres o cuatro personas, y eso le encantó a la de la trenza. Comenzó con dar una prueba a cada sabor individual, con cucharadas enormes, y el helado le refrescó todo el cuerpo cual ducha fría. Había sido la mejor de las ideas ir allí.
—¡Me encantaría escucharte!
Ranko tragó.
”Ok, Ranko. Tú invocaste esta prueba, tú puedes. Respira.”
La chica jugueteó un momento con una cucharada de helado de pistache. Como había dicho antes, abrirse con Ayame podría ayudarle a sentirse mejor, a dejar aquella experiencia como lo que era: una vivencia con cosas positivas y negativas. Si seguía manteniéndola en el fondo de su corazón, le haría daño a largo plazo. La sonrisa de Ayame le inspiró.
—El… El verano pasado fui a Yugakure. B-bueno, fui con mi hermana, Kuumi. Que-queríamos visitar las aguas termales y-y eso, claro. Y me topé… Ca-casi por accidente con una chica. A-Aburame Mei —Aunque Ranko evitó decir “hime” al final del nombre, no pudo evitar el rojo de sus mejillas. Sin embargo, la Kusajin no perdía su suave sonrisa. Estaba apenada, pero no lo suficiente como para dejar de hablar. Comió una cucharadita de helado —. E-era… Encantadora y… y… entendió m-mi… mi condición —Hizo un gesto con la mano, como si tirara de algo invisible atado a sus labios —, esto. N-no puedo… a veces… pues… hablar bien cuando no conozco a la persona. Me ayudó a calmarme y concentrarme y… Me entendió. ¡Inclusive combatimos y…! Mei-san era… era fuerte. Sentía… Sentía que podría luchar a su lado. ¡S-sé que suena tonto! N-no sé… Creo… Creo que eso es lo que busco en otra persona… N-no que sea alguien a quien yo proteja, o alguien que me proteja a mí, s-sino alguien que luche conmigo que nos protejamos la una a la otra y… ¡M-me sentía tan rara con ella!
Se vio de repente alzando la voz un poco más de lo normal, de la emoción. Ranko se encogió y comió varias cucharadas de helado antes de continuar, con voz más bajita.
—Di-digo… Nunca había sentido eso y… No sabía cómo reaccionar. S-si era real o era solo… un capricho. De ambas. Fuimos a las termas y… ¡Oh, cielos!
Ranko esta vez enrojeció tanto que parecía que su sola aura derretiría la montaña de helado que tenía delante. Se cubrió los ojos con la siniestra.
—B-b-bueno… A-a las t-termas y… P-pues… P-pues… B-b-bueno… Kuumi creía que y-yo estaba e-en un Genjutsu je j-je… Porque… Ahm... —Ranko bajó el volumen de su voz incluso más. A Ayame no le costaría identificar sus palabras, pues tenía buen oído, pero cualquier otro lo habría encontrado difícil —. M-mei-san era muy hermosa.
Se quedó callada largo rato, como si admitir eso fuese un pecado mortal. Luego, Ranko respiró profundamente, intentando espantar el rubor de su rostro. Quitó la mano de su cara, pero sus ojos estaban cerrados.
—P-pasamos una noche hermosa, p-pero… A… A la mañana siguiente ya no estaba —Un dejo de tristeza se asomó en su voz —. M-me dejó una nota, me dijo que… que me esperaría en Yukio unos meses después, e-en cierta fecha. P-pero fui, esperanzada y… No estaba. Y esperé. U-un par de días. Y un poco más y… Y pues…
Ranko se encogió de hombros, con una sonrisa. Pero Ayame podría escuchar un ligerísimo quiebre en su voz.
—Mei-san no apareció —Ranko suspiró pesadamente, como si dejara atrás un inmenso lastre —. N-no sé si… Si le pasó algo… O si hice algo mal o… O si Mei-san… Si e-en realidad nunca tuvo intención de reencontrarse conmigo…
Seguiría dándole cucharadas al helado, alternando entre sabores, como si fuese a ahogar su pena en aquel delicioso postre.
—G-gracias. —Inclinó levemente la cabeza ante el mesero y tomó la cuchara.
Parecía un postre para tres o cuatro personas, y eso le encantó a la de la trenza. Comenzó con dar una prueba a cada sabor individual, con cucharadas enormes, y el helado le refrescó todo el cuerpo cual ducha fría. Había sido la mejor de las ideas ir allí.
—¡Me encantaría escucharte!
Ranko tragó.
”Ok, Ranko. Tú invocaste esta prueba, tú puedes. Respira.”
La chica jugueteó un momento con una cucharada de helado de pistache. Como había dicho antes, abrirse con Ayame podría ayudarle a sentirse mejor, a dejar aquella experiencia como lo que era: una vivencia con cosas positivas y negativas. Si seguía manteniéndola en el fondo de su corazón, le haría daño a largo plazo. La sonrisa de Ayame le inspiró.
—El… El verano pasado fui a Yugakure. B-bueno, fui con mi hermana, Kuumi. Que-queríamos visitar las aguas termales y-y eso, claro. Y me topé… Ca-casi por accidente con una chica. A-Aburame Mei —Aunque Ranko evitó decir “hime” al final del nombre, no pudo evitar el rojo de sus mejillas. Sin embargo, la Kusajin no perdía su suave sonrisa. Estaba apenada, pero no lo suficiente como para dejar de hablar. Comió una cucharadita de helado —. E-era… Encantadora y… y… entendió m-mi… mi condición —Hizo un gesto con la mano, como si tirara de algo invisible atado a sus labios —, esto. N-no puedo… a veces… pues… hablar bien cuando no conozco a la persona. Me ayudó a calmarme y concentrarme y… Me entendió. ¡Inclusive combatimos y…! Mei-san era… era fuerte. Sentía… Sentía que podría luchar a su lado. ¡S-sé que suena tonto! N-no sé… Creo… Creo que eso es lo que busco en otra persona… N-no que sea alguien a quien yo proteja, o alguien que me proteja a mí, s-sino alguien que luche conmigo que nos protejamos la una a la otra y… ¡M-me sentía tan rara con ella!
Se vio de repente alzando la voz un poco más de lo normal, de la emoción. Ranko se encogió y comió varias cucharadas de helado antes de continuar, con voz más bajita.
—Di-digo… Nunca había sentido eso y… No sabía cómo reaccionar. S-si era real o era solo… un capricho. De ambas. Fuimos a las termas y… ¡Oh, cielos!
Ranko esta vez enrojeció tanto que parecía que su sola aura derretiría la montaña de helado que tenía delante. Se cubrió los ojos con la siniestra.
—B-b-bueno… A-a las t-termas y… P-pues… P-pues… B-b-bueno… Kuumi creía que y-yo estaba e-en un Genjutsu je j-je… Porque… Ahm... —Ranko bajó el volumen de su voz incluso más. A Ayame no le costaría identificar sus palabras, pues tenía buen oído, pero cualquier otro lo habría encontrado difícil —. M-mei-san era muy hermosa.
Se quedó callada largo rato, como si admitir eso fuese un pecado mortal. Luego, Ranko respiró profundamente, intentando espantar el rubor de su rostro. Quitó la mano de su cara, pero sus ojos estaban cerrados.
—P-pasamos una noche hermosa, p-pero… A… A la mañana siguiente ya no estaba —Un dejo de tristeza se asomó en su voz —. M-me dejó una nota, me dijo que… que me esperaría en Yukio unos meses después, e-en cierta fecha. P-pero fui, esperanzada y… No estaba. Y esperé. U-un par de días. Y un poco más y… Y pues…
Ranko se encogió de hombros, con una sonrisa. Pero Ayame podría escuchar un ligerísimo quiebre en su voz.
—Mei-san no apareció —Ranko suspiró pesadamente, como si dejara atrás un inmenso lastre —. N-no sé si… Si le pasó algo… O si hice algo mal o… O si Mei-san… Si e-en realidad nunca tuvo intención de reencontrarse conmigo…
Seguiría dándole cucharadas al helado, alternando entre sabores, como si fuese a ahogar su pena en aquel delicioso postre.
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