11/08/2020, 13:44
Atónito, Daruu presenció cómo los churros que había lanzado se arremolinaban en torno a Ayame, bloqueados por un súbito muro de agua. La Sirena en la Tormenta comenzó a cantar, y las armas de gomaespuma giraron para atacarle a él. Intentó moverse, pero no podía.
«Pero qué cabrona, otro Genjutsu», supo. Cerró los ojos y aguantó los golpes. Uno tras otro, le vapulearon como un kusareño acorralado al que le han negado su octava ración de setas silvestres.
Cuando el ataque cesó, Daruu se cruzó de brazos y apartó la mirada.
—Creo que vamos a dejarlo por hoy —dijo, bufando—. Pero que sepas que eso último que has hecho no cuenta como churrogolpe. Era una ilusión. —El muchacho se adelantó y se tumbó sobre una hamaca, al lado de Kokuō-peluche.
«Pero qué cabrona, otro Genjutsu», supo. Cerró los ojos y aguantó los golpes. Uno tras otro, le vapulearon como un kusareño acorralado al que le han negado su octava ración de setas silvestres.
Cuando el ataque cesó, Daruu se cruzó de brazos y apartó la mirada.
—Creo que vamos a dejarlo por hoy —dijo, bufando—. Pero que sepas que eso último que has hecho no cuenta como churrogolpe. Era una ilusión. —El muchacho se adelantó y se tumbó sobre una hamaca, al lado de Kokuō-peluche.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)