15/08/2020, 11:04
—No soy médico Además, la orden dada, su orden, fue retenerte… Y eso planeo seguir haciendo.
El hombre, incluso paralizado, le dedicó una mirada de autentico pavor a Kazuma, quien ni pestañeó al ver a su cliente desplomarse. ¿Cuanta sangre fría puede llegar a tener un ninja? Era algo realmente aterrador.
Pero entonces se oyó algo en la puerta y Uragiri vio su oportunidad.
— A ver, ¿qué pasa con los ninjas? — preguntó un cansado Kyo mientras abría la puerta de la tienda, para encontrarse a su hermano babeando en la mesa y a un sospechoso Kazuma reteniendo a Uragiri.
— ¡Kyo-san! ¡Han sedado a Yōgi-san! No solo quieren el maletín, ¡quieren secuestrarlo! — soltó en un momento con una alarma bastante creíble.
Kazuma sabía, que si él estuviese al otro lado, justo donde estaba Kyo, se creería las palabras de Uragiri, dada la convicción con la que las había soltado. Y Kyo se lo creyó porque desenvainó una espada y apuntó con ella a Kazuma y empezó a acercarse peligrosamente a él, sin mediar palabra. Sus ojos le decían que en el momento en que entrase en rango, le lanzaría una estocada.
_____________________________________________
—¡¡Violeta-senpai!! ¡¡Violeta-senpai!! ¡N-Necesito hablar con usted! ¡¡P-por favor!!
Antes de que la joven kusajin empezase a correr, una mano le presionaría el hombro, clavandola en el sitio.
— Hey, Ranko-chan. Calma. Estoy aquí, ¿qué pasa?
Violeta apareció a su espalda como por arte de magia, en ropa interior. Realmente había encontrado un hueco entre la maleza donde poder colgar su ropa recien limpiada a la espera de que se secase un poco mientras ella acababa de darle un poco de higiene a su vida. Al oír pasos, como todo ninja que se precie, se escondió y Ranko no le dio ni tiempo a saludar antes de ponerse a gritar su nombre por toda la ribera.
Ahora, la cabellera de Violeta era de un rojo carmesí y estaba suelta y pegada a toda su espalda prácticamente. Al menos ya no tenía barro hasta entre los dedos, pero seguía teniendo un color de piel más bien moreno. Su rostro expresaba preocupación, si no fuese por la alarma de Ranko, expresaría incluso algo de soberbia al oírla llamarla Violeta-senpai.
El hombre, incluso paralizado, le dedicó una mirada de autentico pavor a Kazuma, quien ni pestañeó al ver a su cliente desplomarse. ¿Cuanta sangre fría puede llegar a tener un ninja? Era algo realmente aterrador.
Pero entonces se oyó algo en la puerta y Uragiri vio su oportunidad.
— A ver, ¿qué pasa con los ninjas? — preguntó un cansado Kyo mientras abría la puerta de la tienda, para encontrarse a su hermano babeando en la mesa y a un sospechoso Kazuma reteniendo a Uragiri.
— ¡Kyo-san! ¡Han sedado a Yōgi-san! No solo quieren el maletín, ¡quieren secuestrarlo! — soltó en un momento con una alarma bastante creíble.
Kazuma sabía, que si él estuviese al otro lado, justo donde estaba Kyo, se creería las palabras de Uragiri, dada la convicción con la que las había soltado. Y Kyo se lo creyó porque desenvainó una espada y apuntó con ella a Kazuma y empezó a acercarse peligrosamente a él, sin mediar palabra. Sus ojos le decían que en el momento en que entrase en rango, le lanzaría una estocada.
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—¡¡Violeta-senpai!! ¡¡Violeta-senpai!! ¡N-Necesito hablar con usted! ¡¡P-por favor!!
Antes de que la joven kusajin empezase a correr, una mano le presionaría el hombro, clavandola en el sitio.
— Hey, Ranko-chan. Calma. Estoy aquí, ¿qué pasa?
Violeta apareció a su espalda como por arte de magia, en ropa interior. Realmente había encontrado un hueco entre la maleza donde poder colgar su ropa recien limpiada a la espera de que se secase un poco mientras ella acababa de darle un poco de higiene a su vida. Al oír pasos, como todo ninja que se precie, se escondió y Ranko no le dio ni tiempo a saludar antes de ponerse a gritar su nombre por toda la ribera.
Ahora, la cabellera de Violeta era de un rojo carmesí y estaba suelta y pegada a toda su espalda prácticamente. Al menos ya no tenía barro hasta entre los dedos, pero seguía teniendo un color de piel más bien moreno. Su rostro expresaba preocupación, si no fuese por la alarma de Ranko, expresaría incluso algo de soberbia al oírla llamarla Violeta-senpai.