16/08/2020, 04:59
”¿Malinterpretó…? ¡Entonces sí pensaba esas cosas!”
Por un rato, las chicas parecieron un par de antorchas por el color de sus mejillas, y Ranko pudo imaginar el helado y el granizado derritiéndose por completo solo con el aura ardiente de sus rostros sonrojados. La Kusajin pensó, sin embargo, que había sido más su culpa por no expresarse bien.
”Aunque eso de pensar que de buenas a primeras yo…”
Pero hubo algo que le ganó a la pena que sentía. Unos segundos después, Ranko comenzó a reír levemente, y se cubrió la boca con el dorso de la mano al darse cuenta de ello. “Una amiga”. Las palabras de la Amejin resonaron con fuerza en la mente de la chica de la trenza. Sentía una sensación cálida dentro de sí, una muy agradable. Realmente se sentía cómoda charlando con Ayame, a pesar de las constantes torpezas conversacionales que ambas cometían. Tal vez esa era la razón. Tiempo después, Ranko relacionaría a Ayame con Kazuma y con Rōga, pues sentía que podía abrirse mucho más con ellos que con otros compañeros. Con el espadachín por su alma de poeta y por su curiosa manera de ver el mundo, y cómo el no relacionarse bien con otros hizo que ellos dos se llevaran bien en un inicio, y el Yotsuki por el alto contraste con la personalidad de Ranko, que, a su vez, le inspiraba a llegar hasta donde ella quisiera. De la misma manera, sentía que podía contarle todo a Ayame.
”Contárselo…” pensó con un agudo pero breve dolor mental.
—Lo… Lo siento. Quiero decir… —Paró de reír. Su cara seguía roja, pero su risa era amable y sincera —. N-no te preocupes. Ayame-san. E-está bien. Gracias, de nuevo. No sabes cuánto a-aprecio… poder hablar de esto.
¿Le apenaba que Ayame hubiese pensado eso? Claro que sí. Pero sabía que no había sido con malas intenciones. ¡Es más: ni siquiera lo había mencionado ella! Ranko comió más helado un momento, pero el peso de las malas noticias que eventualmente tenía que compartir le aplastaba. Tenía que buscar algo más para desviar la conversación.
Alzó la mirada a la chica de la luna y… fue en la luna que se detuvo por unos segundos, curiosamente. Tragó.
—¿P-puedo preguntar por eso, Ayame-san? La luna en tu frente. ¿E-es… es un tatuaje?
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