17/08/2020, 20:15
(Última modificación: 17/08/2020, 20:16 por Aotsuki Ayame.)
Pero Daruu alzó el dedo índice y negó con él y con la cabeza. Una traviesa sonrisilla de satisfacción se asomó a sus labios.
—Yo te he dado seis churrazos. Reales como la vida misma —replicó, estiraba los brazos detrás de la cabeza y terminaba de acomodarse en su hamaca—. Aaah. Y tú, cariño mío, me has dado... cinco. Vaya, casi me ganas. Como en el torneo —añadió, guiñándole un ojo.
Pero Ayame no le respondió enseguida. La sonrisa se había borrado de sus labios y había agachado la cabeza con gesto sombrío. La calma que precedía a la tormenta. Y entonces comenzó a temblar. Era como el rayo que se escondía entre los nubarrones... o el vapor contenido en una tetera, a juzgar por el humillo que salía desde sus orejas.
De un momento a otro, Ayame asió el borde de la hamaca y estiró con todas sus fuerzas hacia arriba con el claro objetivo de hacerle caer al suelo de un trompazo.
—¿Suficientemente real para ti? —le preguntó, cruzándose de brazos—. ¡La fortaleza del Genjutsu es hacer creer al otro que las ilusiones son tan reales como si fuesen de verdad! ¡Así que te he dado...! —Ayame desvió la mirada momentáneamente hacia la piscina, donde flotaban inermes todos los churros que Daruu había extraído de la caja—. ¡¡Trescientos ochenta y cinco churrazos!!
—Yo te he dado seis churrazos. Reales como la vida misma —replicó, estiraba los brazos detrás de la cabeza y terminaba de acomodarse en su hamaca—. Aaah. Y tú, cariño mío, me has dado... cinco. Vaya, casi me ganas. Como en el torneo —añadió, guiñándole un ojo.
Pero Ayame no le respondió enseguida. La sonrisa se había borrado de sus labios y había agachado la cabeza con gesto sombrío. La calma que precedía a la tormenta. Y entonces comenzó a temblar. Era como el rayo que se escondía entre los nubarrones... o el vapor contenido en una tetera, a juzgar por el humillo que salía desde sus orejas.
De un momento a otro, Ayame asió el borde de la hamaca y estiró con todas sus fuerzas hacia arriba con el claro objetivo de hacerle caer al suelo de un trompazo.
—¿Suficientemente real para ti? —le preguntó, cruzándose de brazos—. ¡La fortaleza del Genjutsu es hacer creer al otro que las ilusiones son tan reales como si fuesen de verdad! ¡Así que te he dado...! —Ayame desvió la mirada momentáneamente hacia la piscina, donde flotaban inermes todos los churros que Daruu había extraído de la caja—. ¡¡Trescientos ochenta y cinco churrazos!!