24/08/2020, 20:21
Llena de helado y después de muy entretenidas conversaciones, Ranko salió junto con su amiga. Asintió ante el comentario del bonito día que habían pasado, sin dejar de jugar con la bolsa que tenía sus compras.
—Es una pena que no podamos enfrentarnos en el torneo, pero ya lo haremos en esa cita nuestra.
”Dijo… ¿Dijo cita? ¡¿Y me guiñó un ojo?! ¡Calma, Ranko!” pensó, acalorando sus mejillas una vez más, haciendo temblar su sonrisa.
—Y-yo ya… ya e-estoy ansiosa —dijo con una risita. Era verdad, pero ¿tenía que ponerse así? Sabía que Ayame no se refería a ese tipo de citas. ¿Verdad? —. E-espero que Ayame-san dé lo m-mejor de sí en el resto del torneo. ¡Y-yo lo haré también! —Ranko levantó un brazo, animada, mostrando sus bíceps.
Le regaló una reverencia y una enorme sonrisa a la sirena antes de separar sus caminos.
”Tienes que hacerlo, Ranko. Tienes que decírselo. Le prometiste encontrar a Kikazura Taeko y… y la encontraste. Tienes que decirle qué fue de ella. Tiene que saber la verdad. Para eso están las amigas, ¿no? Para apoyarse hasta en las noticias tristes. TIENES QUE hacerlo, Ranko.”
—Ayame-san, hay algo… —¿En serio iba a hacerle eso? ¿Iba a romperle el corazón a quien se había abierto para escucharla y apoyarla? ¿En serio iba a terminar un hermoso día con una nota tan, pero tan amarga? Miró a los ojos de la chica y algo se revolvió en el estómago de Ranko. ¿En serio quería quebrar la expresión alegre de Ayame? A veces los héroes tienen que compartir cosas así. Era lo correcto.
Ranko se encogió de hombros y suspiró.
—Ayame-san no me ha dicho cuándo nos veremos en Notsuba.
Pero Ranko no pudo. A pesar de las cosas que pensó, valoraba más la alegría de Ayame. Los ánimos que le había infundido a lo largo del día eran algo que la Kusajin no olvidaría. A pesar de lo poderosa que imaginaba que era la sirena, Ranko se dijo que tenía que protegerla, aunque fuese de una noticia dolorosa.
”No sé por qué, pero siento que Ayame-san me protegería también…”
—Es una pena que no podamos enfrentarnos en el torneo, pero ya lo haremos en esa cita nuestra.
”Dijo… ¿Dijo cita? ¡¿Y me guiñó un ojo?! ¡Calma, Ranko!” pensó, acalorando sus mejillas una vez más, haciendo temblar su sonrisa.
—Y-yo ya… ya e-estoy ansiosa —dijo con una risita. Era verdad, pero ¿tenía que ponerse así? Sabía que Ayame no se refería a ese tipo de citas. ¿Verdad? —. E-espero que Ayame-san dé lo m-mejor de sí en el resto del torneo. ¡Y-yo lo haré también! —Ranko levantó un brazo, animada, mostrando sus bíceps.
Le regaló una reverencia y una enorme sonrisa a la sirena antes de separar sus caminos.
”Tienes que hacerlo, Ranko. Tienes que decírselo. Le prometiste encontrar a Kikazura Taeko y… y la encontraste. Tienes que decirle qué fue de ella. Tiene que saber la verdad. Para eso están las amigas, ¿no? Para apoyarse hasta en las noticias tristes. TIENES QUE hacerlo, Ranko.”
—Ayame-san, hay algo… —¿En serio iba a hacerle eso? ¿Iba a romperle el corazón a quien se había abierto para escucharla y apoyarla? ¿En serio iba a terminar un hermoso día con una nota tan, pero tan amarga? Miró a los ojos de la chica y algo se revolvió en el estómago de Ranko. ¿En serio quería quebrar la expresión alegre de Ayame? A veces los héroes tienen que compartir cosas así. Era lo correcto.
Ranko se encogió de hombros y suspiró.
—Ayame-san no me ha dicho cuándo nos veremos en Notsuba.
Pero Ranko no pudo. A pesar de las cosas que pensó, valoraba más la alegría de Ayame. Los ánimos que le había infundido a lo largo del día eran algo que la Kusajin no olvidaría. A pesar de lo poderosa que imaginaba que era la sirena, Ranko se dijo que tenía que protegerla, aunque fuese de una noticia dolorosa.
”No sé por qué, pero siento que Ayame-san me protegería también…”
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