30/08/2020, 19:22
El trabajo de localización rendía frutos; ahora tenían la ubicación de su presa: un pequeño bloque de casas apretujadas ente sí. Solo sería cuestión de moverse con agilidad entre los callejones, con la certeza de que se dirigían sin fallas hacia su objetivo. Por suerte para ellos, una densa nube que se antojaba negrísima cubría la luna, llenando la tierra con una luz tan tenue que apenas se podía ver unos cuantos pasos por delante en medio de aquellos callejones. Como suele ser usual, aquel con mejor vista y orientación debía de dirigir la marcha.
«Ya debemos estar cerca…, que nervios», se atrevió a susurrar en pensamientos el peliblanco.
Una aproximación más lenta y cuidadosa sería necesaria en el tramo final; pues a la salida de un callejón en tinieblas se veía la casa objetivo. Era fácil suponer que era la que buscaban, pues a la luz de una luna gibosa recién emergida, se notaba que las otras estaban abandonadas. Sin embargo, no todo era tan claro como se hubiese podido querer: en la casa se podía percibir una luz que escapaba a través de un postigo abierto, tan en mala posición que nada podía verse hacia adentro. La luz tremolaba silenciosa en medio de la noche a través de aquella ventana inocente, mientras que la puerta lucia atrancada con la meticulosidad esperable en un castillo. De vez en cuando se veía una perturbación en la luz, como si algo en movimiento la eclipsara con su ir y venir; pero ningún ruido, nada de sonido.
¿Qué era lo mejor en aquel momento? ¿Observar un poco más? ¿Proceder con la cólera de los perros o con la bribonería de los gatos?
«Ya debemos estar cerca…, que nervios», se atrevió a susurrar en pensamientos el peliblanco.
Una aproximación más lenta y cuidadosa sería necesaria en el tramo final; pues a la salida de un callejón en tinieblas se veía la casa objetivo. Era fácil suponer que era la que buscaban, pues a la luz de una luna gibosa recién emergida, se notaba que las otras estaban abandonadas. Sin embargo, no todo era tan claro como se hubiese podido querer: en la casa se podía percibir una luz que escapaba a través de un postigo abierto, tan en mala posición que nada podía verse hacia adentro. La luz tremolaba silenciosa en medio de la noche a través de aquella ventana inocente, mientras que la puerta lucia atrancada con la meticulosidad esperable en un castillo. De vez en cuando se veía una perturbación en la luz, como si algo en movimiento la eclipsara con su ir y venir; pero ningún ruido, nada de sonido.
¿Qué era lo mejor en aquel momento? ¿Observar un poco más? ¿Proceder con la cólera de los perros o con la bribonería de los gatos?
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)