30/08/2020, 23:45
Ranko respondió con una risita propia, imaginándose con facilidad a una Ayame perdida que acababa en el desierto por error.
—¡M-me encantaría! Después de una buena sesión de entrenamiento, no hay nada mejor que una buena comida! —Con una gran sonrisa, Ranko se talló el estómago —. ¡Hasta la próxima, A-Ayame-san!
Ranko la vería alejarse mientras agitaba una mano en lo alto para despedirse de la sirena de Amegakure. Esperó a que la chica se perdiera de vista entre la gente para, con un alegre suspiro, dar vuelta y emprender su camino de vuelta a Kitanoya. Varios pasos después deshizo el henge no jutsu y su apariencia regresó a la habitual, sorprendiendo a alguno que otro transeúnte. Ranko, un tanto apenada por ello, aceleró el paso para perderse también en la multitud.
El deber de contarle sobre su compatriota fallecida fue opacado fácilmente por las enormes ganas de combatir contra la chica de la luna, y la alegría de poder contar con alguien como Ayame. Hacían falta algunos combates más, descansaría unos días y luego emprendería el camino hacia Notsuba para su cita-pelea-picnic. Nada podía salir mal, ¿No? No había más que esperar aparte de una emocionante final del torneo, ¿No?
—Oh, cielos —Ranko se detuvo justo antes de salir de Sendōshi y se llevó el dedo al mentón —. Debí haberle escrito mi nombre a Ayame-san para que no se le olvide de nuevo…
—¡M-me encantaría! Después de una buena sesión de entrenamiento, no hay nada mejor que una buena comida! —Con una gran sonrisa, Ranko se talló el estómago —. ¡Hasta la próxima, A-Ayame-san!
Ranko la vería alejarse mientras agitaba una mano en lo alto para despedirse de la sirena de Amegakure. Esperó a que la chica se perdiera de vista entre la gente para, con un alegre suspiro, dar vuelta y emprender su camino de vuelta a Kitanoya. Varios pasos después deshizo el henge no jutsu y su apariencia regresó a la habitual, sorprendiendo a alguno que otro transeúnte. Ranko, un tanto apenada por ello, aceleró el paso para perderse también en la multitud.
El deber de contarle sobre su compatriota fallecida fue opacado fácilmente por las enormes ganas de combatir contra la chica de la luna, y la alegría de poder contar con alguien como Ayame. Hacían falta algunos combates más, descansaría unos días y luego emprendería el camino hacia Notsuba para su cita-pelea-picnic. Nada podía salir mal, ¿No? No había más que esperar aparte de una emocionante final del torneo, ¿No?
—Oh, cielos —Ranko se detuvo justo antes de salir de Sendōshi y se llevó el dedo al mentón —. Debí haberle escrito mi nombre a Ayame-san para que no se le olvide de nuevo…
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