8/09/2020, 19:34
—Lujos y detalles. No te arrepientas luego. Kurama es el Kyūbi. El bijū —respondió Daruu, cuando Kaido le preguntó por los detalles más intrínsecos—. Tiene un ejército, y ocho Generales, los Generales de Kurama. Shinobi poderosísimos capaces de usar el poder del Kyūbi aún sin ser jinchūriki. —Daruu comprobó la reacción de su compañero, antes de continuar—. Sigo, ¿eh? Hace un tiempo, una de estas Generales capturó a Ayame y revirtió el sellado del Gobi.
—La misma General que hoy estaba en el estadio —completó Zetsuo, con un peligroso siseo. Sus uñas se clavaban en sus bíceps. Daruu se lo había contado poco antes, y aún seguía sin poder creerse lo cerca que habían estado de volver a perder a Ayame, y frente a sus narices, nada menos.
—Eso significa que el Gobi tomó su cuerpo... —continuó explicando Daruu—. Imagínate que el Gobi... que se llama Kokuō, por cierto, toma el control de ti como si fuera ese dichoso "Kaido Ryūto" del que me hablaste. Y tú quedas encerrado en la jaula de Kokuō. Pues eso es lo que le pasó.
—El Gobi pasó a ser el jinchūriki, y Ayame se convirtió en el bijū sellado —aclaró el médico.
—Kurama quiere que los bijū gobiernen. Kokuō se negó a colaborar y escapó hacia el este. La interceptamos en el País del Agua y gracias a la ayuda de Uzushiogakure, revertimos de nuevo el sello.
—Y ahora resulta que se han hecho amiguitas. Cuanto más lo pienso, menos me lo creo, joder.
Pero Chiiro no era más que una chiquilla curiosa; y como tal la consideración era algo que quedaba aparte con tal de saciar su sed de conocimiento. Sin pensárselo dos veces, le asestó una patada en la espinilla a Kōri, que reaccionó con un brusco brinco y un profundo gesto de dolor. El más sincero que vería nunca en su rostro siempre imperturbable.
—¡Kōri-sensei! ¿Por qué está ese chico ahora con mi hermano y mi madre? —insistió.
Kōri se restregó la mano por la cara, con un aspecto tan lamentable como agotado.
—A Kaido le habían lavado el cerebro —respondió, con una absoluta y nada disimulada desgana. Volvió a bostezar—. Creía ser alguien que no era en realidad... Pero... ya... ha... vuelto.
Un nuevo ronquido.
—La misma General que hoy estaba en el estadio —completó Zetsuo, con un peligroso siseo. Sus uñas se clavaban en sus bíceps. Daruu se lo había contado poco antes, y aún seguía sin poder creerse lo cerca que habían estado de volver a perder a Ayame, y frente a sus narices, nada menos.
—Eso significa que el Gobi tomó su cuerpo... —continuó explicando Daruu—. Imagínate que el Gobi... que se llama Kokuō, por cierto, toma el control de ti como si fuera ese dichoso "Kaido Ryūto" del que me hablaste. Y tú quedas encerrado en la jaula de Kokuō. Pues eso es lo que le pasó.
—El Gobi pasó a ser el jinchūriki, y Ayame se convirtió en el bijū sellado —aclaró el médico.
—Kurama quiere que los bijū gobiernen. Kokuō se negó a colaborar y escapó hacia el este. La interceptamos en el País del Agua y gracias a la ayuda de Uzushiogakure, revertimos de nuevo el sello.
—Y ahora resulta que se han hecho amiguitas. Cuanto más lo pienso, menos me lo creo, joder.
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Pero Chiiro no era más que una chiquilla curiosa; y como tal la consideración era algo que quedaba aparte con tal de saciar su sed de conocimiento. Sin pensárselo dos veces, le asestó una patada en la espinilla a Kōri, que reaccionó con un brusco brinco y un profundo gesto de dolor. El más sincero que vería nunca en su rostro siempre imperturbable.
—¡Kōri-sensei! ¿Por qué está ese chico ahora con mi hermano y mi madre? —insistió.
Kōri se restregó la mano por la cara, con un aspecto tan lamentable como agotado.
—A Kaido le habían lavado el cerebro —respondió, con una absoluta y nada disimulada desgana. Volvió a bostezar—. Creía ser alguien que no era en realidad... Pero... ya... ha... vuelto.
Un nuevo ronquido.