9/09/2020, 16:21
(Última modificación: 9/09/2020, 17:13 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
¿Arrepentirse? ¿él? ¿el tiburón más curioso de todo Ōnindo? ¡No señor!
Aunque...
Kyūbi. El puto Kurama era el bijū más ancestral de todos, ahora queriendo conquistar el mundo entero. Kaido estuvo a punto de preguntar cómo es que una bestia con cola tan colosal e inmensa, tal y como lo relatan los libros de historia; era capaz de realizar proezas que seguramente requieren de cierto subterfugio —como la de colarse en el Estadio, por ejemplo—. y, además, sin estar sellado en nadie. Daruu no tardó en responderlo, claro, admitiendo que Kurama tiene un ejército de ocho generales, a quienes otorga parte de su poder para cumplir sus cometidos. Ahora lo entendía. Shinobi que se han sometido a la voluntad de ese puto zorro.
Kaido se sobó la sien. Intercaló la mirada entre Zetsuo y Daruu. No podía imaginar lo que tuvieron que haber pasado cuando Ayame fue capturada. El escualo también lo sintió como una especie de deja vu, teniendo en cuenta que ya habían tenido que vivir algo parecido con los Kajitsu.
—Eso significa que el Gobi tomó su cuerpo... —continuó explicando Daruu—. Imagínate que el Gobi... que se llama Kokuō, por cierto, toma el control de ti como si fuera ese dichoso "Kaido Ryūto" del que me hablaste. Y tú quedas encerrado en la jaula de Kokuō. Pues eso es lo que le pasó.
—El Gobi pasó a ser el jinchūriki, y Ayame se convirtió en el bijū sellado.
—Hostia...
—Kurama quiere que los bijū gobiernen. Kokuō se negó a colaborar y escapó hacia el este. La interceptamos en el País del Agua y gracias a la ayuda de Uzushiogakure, revertimos de nuevo el sello.
—Y ahora resulta que se han hecho amiguitas. Cuanto más lo pienso, menos me lo creo, joder.
—Oh, con que eso era, entonces —dijo Kaido, como si supiera algo acerca de la estrecha relación entre Ayame y Kokūo—. Ayame me presentó a su amiga en Coladragón —entonces Kaido arrugó la cara, puso su mejor faceta de odio a los seres vivos y dijo, con una voz gutural—. Humanos...
Luego rió. Esperaba que su impresión del Kage Bunshin de Kokūo hubiera sido acertada.
»Joder, si ya de por sí la idea de que estos bichos sean seres racionales me tiene consternado, lo hace aún más el hecho de que sean capaces de tomar sus propias decisiones. Si el bicho que habita en Ayame se negó a ayudar a Kurama, debemos suponer que los otros también pueden hacerlo? ¿Kurama habrá logrado encontrar a las otras bestias con cola? ¿pero y cómo, además? si hace tiempo que no aparece uno...
Ah, y Datsue qué. ¿También le pasó lo mismo?
Aunque...
Kyūbi. El puto Kurama era el bijū más ancestral de todos, ahora queriendo conquistar el mundo entero. Kaido estuvo a punto de preguntar cómo es que una bestia con cola tan colosal e inmensa, tal y como lo relatan los libros de historia; era capaz de realizar proezas que seguramente requieren de cierto subterfugio —como la de colarse en el Estadio, por ejemplo—. y, además, sin estar sellado en nadie. Daruu no tardó en responderlo, claro, admitiendo que Kurama tiene un ejército de ocho generales, a quienes otorga parte de su poder para cumplir sus cometidos. Ahora lo entendía. Shinobi que se han sometido a la voluntad de ese puto zorro.
Kaido se sobó la sien. Intercaló la mirada entre Zetsuo y Daruu. No podía imaginar lo que tuvieron que haber pasado cuando Ayame fue capturada. El escualo también lo sintió como una especie de deja vu, teniendo en cuenta que ya habían tenido que vivir algo parecido con los Kajitsu.
—Eso significa que el Gobi tomó su cuerpo... —continuó explicando Daruu—. Imagínate que el Gobi... que se llama Kokuō, por cierto, toma el control de ti como si fuera ese dichoso "Kaido Ryūto" del que me hablaste. Y tú quedas encerrado en la jaula de Kokuō. Pues eso es lo que le pasó.
—El Gobi pasó a ser el jinchūriki, y Ayame se convirtió en el bijū sellado.
—Hostia...
—Kurama quiere que los bijū gobiernen. Kokuō se negó a colaborar y escapó hacia el este. La interceptamos en el País del Agua y gracias a la ayuda de Uzushiogakure, revertimos de nuevo el sello.
—Y ahora resulta que se han hecho amiguitas. Cuanto más lo pienso, menos me lo creo, joder.
—Oh, con que eso era, entonces —dijo Kaido, como si supiera algo acerca de la estrecha relación entre Ayame y Kokūo—. Ayame me presentó a su amiga en Coladragón —entonces Kaido arrugó la cara, puso su mejor faceta de odio a los seres vivos y dijo, con una voz gutural—. Humanos...
Luego rió. Esperaba que su impresión del Kage Bunshin de Kokūo hubiera sido acertada.
»Joder, si ya de por sí la idea de que estos bichos sean seres racionales me tiene consternado, lo hace aún más el hecho de que sean capaces de tomar sus propias decisiones. Si el bicho que habita en Ayame se negó a ayudar a Kurama, debemos suponer que los otros también pueden hacerlo? ¿Kurama habrá logrado encontrar a las otras bestias con cola? ¿pero y cómo, además? si hace tiempo que no aparece uno...
Ah, y Datsue qué. ¿También le pasó lo mismo?