14/09/2020, 15:43
Daruu se encogió de hombros y desafió a Zetsuo con la mirada.
—Amekoro Yui también es una ingenua entonces —dijo, simplemente—. Lo siento, Zetsuo-san. Pero creo que tengo razones para confiar en él, tú no viste cómo se rompía el sello, yo sí. —Dicho esto, volvió a centrarse en la conversación, que ahora tenía como protagonistas a Kaido y a su madre.
—Pues enhorabuena por la técnica, Kiroe-san. Es desde luego una de las cosas más geniales que he visto nunca, y vaya que he visto cosas, sí...
—Muchas gracias, Kaido-kun. Espero que me cuentes toooodas esas cosas algún día. —Kiroe también desconfiaba de Kaido, claro, pero de otra manera. Más disimulada. Más paciente. Para Kiroe, Kaido era un contenedor de información valiosa, y ella era toda una kunoichi especializada en misiones de inteligencia. Mejor que el Tiburón no supiese que estaba de nuevo de servicio.
Porque si alguien debía dar caza a un traidor dentro de la aldea... esa sería Kiroe.
—Ya tú me habías hablado de la técnica hace algún tiempo. Ajá, entonces te apareciste allá con Ayame cuando Datsue os avisó. ¿Y qué os encontrasteis? ¿cómo es ver cara a cara a un General de Kurama?
Daruu se encogió de hombros.
—Lanzamos un ataque coordinado y acabamos con él de un plumazo —admitió Daruu—. Pero el chakra que emana de ellos es prácticamente el de un jinchūriki cuando utiliza todas sus habilidades. ¿Recuerdas la bijūdama que lanzó el Gobi durante el Examen de Chūnin de Uzushiogakure? Pues Ayame estaba a punto de recibir una en el estadio de esa Kuroyuki antes de que la rescatase. —A Daruu le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Luego, vio algo por el rabillo del ojo—. ¡Eh!
Chiiro estaba mirándoles con la boca abierta a través del cristal. Asustada, la niña se escabulló de nuevo hacia un lado.
—Amekoro Yui también es una ingenua entonces —dijo, simplemente—. Lo siento, Zetsuo-san. Pero creo que tengo razones para confiar en él, tú no viste cómo se rompía el sello, yo sí. —Dicho esto, volvió a centrarse en la conversación, que ahora tenía como protagonistas a Kaido y a su madre.
—Pues enhorabuena por la técnica, Kiroe-san. Es desde luego una de las cosas más geniales que he visto nunca, y vaya que he visto cosas, sí...
—Muchas gracias, Kaido-kun. Espero que me cuentes toooodas esas cosas algún día. —Kiroe también desconfiaba de Kaido, claro, pero de otra manera. Más disimulada. Más paciente. Para Kiroe, Kaido era un contenedor de información valiosa, y ella era toda una kunoichi especializada en misiones de inteligencia. Mejor que el Tiburón no supiese que estaba de nuevo de servicio.
Porque si alguien debía dar caza a un traidor dentro de la aldea... esa sería Kiroe.
—Ya tú me habías hablado de la técnica hace algún tiempo. Ajá, entonces te apareciste allá con Ayame cuando Datsue os avisó. ¿Y qué os encontrasteis? ¿cómo es ver cara a cara a un General de Kurama?
Daruu se encogió de hombros.
—Lanzamos un ataque coordinado y acabamos con él de un plumazo —admitió Daruu—. Pero el chakra que emana de ellos es prácticamente el de un jinchūriki cuando utiliza todas sus habilidades. ¿Recuerdas la bijūdama que lanzó el Gobi durante el Examen de Chūnin de Uzushiogakure? Pues Ayame estaba a punto de recibir una en el estadio de esa Kuroyuki antes de que la rescatase. —A Daruu le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Luego, vio algo por el rabillo del ojo—. ¡Eh!
Chiiro estaba mirándoles con la boca abierta a través del cristal. Asustada, la niña se escabulló de nuevo hacia un lado.