18/09/2020, 05:19
Money se llevó una mano al pecho y le devolvió la mirada a Umigarasu.
—El honol y la palabla de un ninja tiene poco valol en los tiempos que corren. Menos si plocede de un glupo de climinales tlaficantes de dlogas, ¿no es así? —Money sonrió, sin responder enseguida a la pregunta lanzada por Umigarasu. A aquella saeta envenenada que le lanzaba—. Más usted debe conocel a esta nuestla olganización. Sus gualdias a buen segulo han hecho sus debeles.
Miró a los dos acompañantes que le custodiaban con una sonrisa vacilona antes de continuar.
—Somos Sekiryū. Esta nuestla olganización no es como las demás. —Por un momento, Kaido sintió en Money la décima parte de la fuerza en el discurso de una mujer a la que conocía muy bien. Por un momento, Akame distinguió en Money la mitad de la labia de un joven que conocía muy bien. Quizá estos valores parezcan pequeños, pero una montaña cortada en diez partes sigue siendo inmensa si la comparas con cualquier monte común—. Un Ryūto solo puede ocupal su lugal si antes ha asesinado a otlo Ryūto o al asesino de este. Culioso, ¿veldad? —Money rio—. Seamos flancos, es estúpido. Un sinsentido y una fuente de ploblemas. —Especialmente cuando se aplicaba la primera norma. Tener de nuevo compañero al asesino de un amigo no solía traer nada bueno—. Una idea fantasiosa. Típica que llevalía una banda de novela de fantasía. ¿Quién coño cumplilía las nolmas de algo así en el mundo real?
Nadie. Cualquiera se las saltaría. Cualquiera daría la puñalada por la espalda al asesino de un viejo amigo. Nadie salvo…
—Este de aquí —dijo, señalando a Kaido—, mató a uno de mis mejores camaladas. Este de aquí —continuó, señalando a Akame—, mató a… Bueno, no me llevaba muy bien con él, pelo le tenía cielto aplecio. ¿Nos hemos enflentado? ¿Nos hemos apuñalado pol la espada a la menol opoltunidad? ¡No! ¡Polque en Sekiryū cumplimos nuestlos mandamientos! ¡Polque en esta nuestla olganización la palabla es saglada! ¡Confíe en nosotlos, Umigalasu-sama, y no se arrepentilá jamás!
—Solo confiaré en vosotros… si eres capaz de pronunciar correctamente mi nombre. —Money esbozó una sonrisa avergonzada. Umigarasu soltó una carcajada atronadora que le provocó una nueva tos—. Es broma, es broma. ¡Eso es un discurso! ¡Sí señor! ¡No esperaba menos de uno de los campeones del “Criminal’s Got Talent” del Agua! —bromeó. Su único ojo sano miró a Akame cuando soltó el chiste.
¡Pam! ¡Pam! Dos golpes secos con la base del bastón en el suelo. Tras una barba poblada una sonrisa se dibujaba de oreja a oreja en el rostro de Umigarasu. Se le notaba contento. Feliz, incluso.
—Claro que, queda un detalle —se llevó un dedo a la oreja y se la rascó—. ¡KIRIGAKURE NO SATO! —exclamó de pronto, como poseído, alzando el bastón al cielo. El Guardia de Élite esbozó una sonrisa perversa—. Ah, no, no. Perdonen a este viejo, que se le cruzan las ideas. Antes de eso, es verdad. El tema de…
»Es que no salgo de dudas. A ver si me lo aclaráis. Vosotros, ahora mismo, ¿os estáis mostrando débiles cuando en realidad sois fuertes, o fuertes cuando en realidad sois débiles?
—¿P-peldón?
—¿Cómo? ¿No conoces a Suneate Tzumaru? Vaya, pero si tenía entendido que sí. A ver si te lo simplifico un poco.
Ambos Guardias de Élite empezaron a caminar de pronto. Él se desplazó al flanco derecho; ella al izquierdo. Ambos quedaron a una distancia de cuatro metros respecto a la línea formada por Money, Otohime, Kaido y Akame. Umigarasu seguía a siete metros.
—Vamos a ver, damas y caballeros, vamos a ver que me estáis perdiendo, ¿eh? No me decepcionéis, venga. Confío en vosotros. La pregunta simplificada es: yo en una partida de blackjack, ¿soy el jugador, o el que reparte las cartas?
Money lanzó una mirada de angustia a Akame y Kaido. No terminaba de entender qué estaba pasando, pero todo su ser le decía que aquello no iba a acabar bien.
—El honol y la palabla de un ninja tiene poco valol en los tiempos que corren. Menos si plocede de un glupo de climinales tlaficantes de dlogas, ¿no es así? —Money sonrió, sin responder enseguida a la pregunta lanzada por Umigarasu. A aquella saeta envenenada que le lanzaba—. Más usted debe conocel a esta nuestla olganización. Sus gualdias a buen segulo han hecho sus debeles.
Miró a los dos acompañantes que le custodiaban con una sonrisa vacilona antes de continuar.
—Somos Sekiryū. Esta nuestla olganización no es como las demás. —Por un momento, Kaido sintió en Money la décima parte de la fuerza en el discurso de una mujer a la que conocía muy bien. Por un momento, Akame distinguió en Money la mitad de la labia de un joven que conocía muy bien. Quizá estos valores parezcan pequeños, pero una montaña cortada en diez partes sigue siendo inmensa si la comparas con cualquier monte común—. Un Ryūto solo puede ocupal su lugal si antes ha asesinado a otlo Ryūto o al asesino de este. Culioso, ¿veldad? —Money rio—. Seamos flancos, es estúpido. Un sinsentido y una fuente de ploblemas. —Especialmente cuando se aplicaba la primera norma. Tener de nuevo compañero al asesino de un amigo no solía traer nada bueno—. Una idea fantasiosa. Típica que llevalía una banda de novela de fantasía. ¿Quién coño cumplilía las nolmas de algo así en el mundo real?
Nadie. Cualquiera se las saltaría. Cualquiera daría la puñalada por la espalda al asesino de un viejo amigo. Nadie salvo…
—Este de aquí —dijo, señalando a Kaido—, mató a uno de mis mejores camaladas. Este de aquí —continuó, señalando a Akame—, mató a… Bueno, no me llevaba muy bien con él, pelo le tenía cielto aplecio. ¿Nos hemos enflentado? ¿Nos hemos apuñalado pol la espada a la menol opoltunidad? ¡No! ¡Polque en Sekiryū cumplimos nuestlos mandamientos! ¡Polque en esta nuestla olganización la palabla es saglada! ¡Confíe en nosotlos, Umigalasu-sama, y no se arrepentilá jamás!
—Solo confiaré en vosotros… si eres capaz de pronunciar correctamente mi nombre. —Money esbozó una sonrisa avergonzada. Umigarasu soltó una carcajada atronadora que le provocó una nueva tos—. Es broma, es broma. ¡Eso es un discurso! ¡Sí señor! ¡No esperaba menos de uno de los campeones del “Criminal’s Got Talent” del Agua! —bromeó. Su único ojo sano miró a Akame cuando soltó el chiste.
¡Pam! ¡Pam! Dos golpes secos con la base del bastón en el suelo. Tras una barba poblada una sonrisa se dibujaba de oreja a oreja en el rostro de Umigarasu. Se le notaba contento. Feliz, incluso.
—Claro que, queda un detalle —se llevó un dedo a la oreja y se la rascó—. ¡KIRIGAKURE NO SATO! —exclamó de pronto, como poseído, alzando el bastón al cielo. El Guardia de Élite esbozó una sonrisa perversa—. Ah, no, no. Perdonen a este viejo, que se le cruzan las ideas. Antes de eso, es verdad. El tema de…
»Es que no salgo de dudas. A ver si me lo aclaráis. Vosotros, ahora mismo, ¿os estáis mostrando débiles cuando en realidad sois fuertes, o fuertes cuando en realidad sois débiles?
—¿P-peldón?
—¿Cómo? ¿No conoces a Suneate Tzumaru? Vaya, pero si tenía entendido que sí. A ver si te lo simplifico un poco.
Ambos Guardias de Élite empezaron a caminar de pronto. Él se desplazó al flanco derecho; ella al izquierdo. Ambos quedaron a una distancia de cuatro metros respecto a la línea formada por Money, Otohime, Kaido y Akame. Umigarasu seguía a siete metros.
—Vamos a ver, damas y caballeros, vamos a ver que me estáis perdiendo, ¿eh? No me decepcionéis, venga. Confío en vosotros. La pregunta simplificada es: yo en una partida de blackjack, ¿soy el jugador, o el que reparte las cartas?
Money lanzó una mirada de angustia a Akame y Kaido. No terminaba de entender qué estaba pasando, pero todo su ser le decía que aquello no iba a acabar bien.
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