1/10/2020, 04:30
(Última modificación: 1/10/2020, 04:33 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Quiso dar un paso atrás, pero no se movió. En cambio, Kaido sólo sonrió. Sonrió por las ironías de la vida. Por las vueltas que ésta daba. Siempre sorprendiendo, para bien y para mal.
—Déjà vu —se dijo a sí mismo, aunque los otros pudieron escucharle perfectamente. Déjà vu por la transformación de Umigarasu, en teoría idéntica a la de Ryū. Déjà vu por ese ojo, cuya forma, aunque distinta a la de otros Uchiha, reposaba amenazante en su pupila. Qué difícil iba a ser salir vivo de ahí. Umigarasu era ahora mismo una combinación entre el Dragón de Ébano y Uchiha Zaide.
Creyó escuchar, por un momento, un susurro de otro mundo. Quizás era el Yomi hablándole. Recitando una mortal invitación a las negruzcas tierras donde las almas moran eternamente.
«Aún no es mi hora»
»Basta de cháchara. Acabad con ellos.
Umikiba Kaido empezó a mutar, también, como lo habría hecho Umigarasu. Su cuerpo empezó a crecer exponencialmente, respecto a su tamaño normal; los músculos se hinchaban, su altura ascendía. Pronto dejó de ser un simple muchacho para convertirse en una mole atrofiada y portentosa que iba a necesitar de cada pizca de fuerza posible para salir airoso de lo que estaba a punto de suceder. El escualo no tuvo ni que mirar a Akame —ni tampoco se preocupó de los otros dos inútiles, a quienes tenía ahora mismo en tan poca estima que si fuera por él, que les matasen primero a ellos para irse a gusto a la tumba—. para ponerse codo a codo con él, sabiendo que la única forma de vencer, era trabajando juntos. Y aún así, las probabilidades eran bajas.
Pero la vida es un juego de azar, y a veces, es sólo cuestión de tirar un dado.
—Seguro te estarás diciendo muy en el fondo, Akame, algo así como: ¿qué mierda estaba pensando cuando acepté la propuesta de ese maldito engendro azul, no es cierto? ¡Jajajaja! a que se estaba más a gustito en esa casa de cartón, allá en Tanzaku, verdad. Aunque me tienes que admitir que ni enganchado al Omoide más puro podrías imaginar que estos malditos nos iban a traicionar.
»supongo que es el karma en su máxima expresión. Mi pregunta es: ¿moriremos aquí? ¿o me vas a ayudar a salir de esta?
De ésta. De los veintiún espejos. Del chirrido de pájaros que ambientaba la escena. Tic, tac. Tic, tac.
—Déjà vu —se dijo a sí mismo, aunque los otros pudieron escucharle perfectamente. Déjà vu por la transformación de Umigarasu, en teoría idéntica a la de Ryū. Déjà vu por ese ojo, cuya forma, aunque distinta a la de otros Uchiha, reposaba amenazante en su pupila. Qué difícil iba a ser salir vivo de ahí. Umigarasu era ahora mismo una combinación entre el Dragón de Ébano y Uchiha Zaide.
Creyó escuchar, por un momento, un susurro de otro mundo. Quizás era el Yomi hablándole. Recitando una mortal invitación a las negruzcas tierras donde las almas moran eternamente.
«Aún no es mi hora»
»Basta de cháchara. Acabad con ellos.
Umikiba Kaido empezó a mutar, también, como lo habría hecho Umigarasu. Su cuerpo empezó a crecer exponencialmente, respecto a su tamaño normal; los músculos se hinchaban, su altura ascendía. Pronto dejó de ser un simple muchacho para convertirse en una mole atrofiada y portentosa que iba a necesitar de cada pizca de fuerza posible para salir airoso de lo que estaba a punto de suceder. El escualo no tuvo ni que mirar a Akame —ni tampoco se preocupó de los otros dos inútiles, a quienes tenía ahora mismo en tan poca estima que si fuera por él, que les matasen primero a ellos para irse a gusto a la tumba—. para ponerse codo a codo con él, sabiendo que la única forma de vencer, era trabajando juntos. Y aún así, las probabilidades eran bajas.
Pero la vida es un juego de azar, y a veces, es sólo cuestión de tirar un dado.
—Seguro te estarás diciendo muy en el fondo, Akame, algo así como: ¿qué mierda estaba pensando cuando acepté la propuesta de ese maldito engendro azul, no es cierto? ¡Jajajaja! a que se estaba más a gustito en esa casa de cartón, allá en Tanzaku, verdad. Aunque me tienes que admitir que ni enganchado al Omoide más puro podrías imaginar que estos malditos nos iban a traicionar.
»supongo que es el karma en su máxima expresión. Mi pregunta es: ¿moriremos aquí? ¿o me vas a ayudar a salir de esta?
De ésta. De los veintiún espejos. Del chirrido de pájaros que ambientaba la escena. Tic, tac. Tic, tac.