1/10/2020, 18:18
Todo se había ido de madre; demasiado. Umigarasu comenzaba a darle verdadero miedo —no sólo su chakra era impresionante, sino que además poseía un Mangekyō Sharingan—, principalmente porque Akame estaba empezando a entender que aquel vejestorio no era un acaudalado noble cualquiera. Poseía entrenamiento ninja, además de sus recursos. Era un tipo decidido y con un plan, uno que todos en Sekiryū parecían haber subestimado. Todos excepto el traidor, claro.
Aquella pregunta seguía zumbando dentro de su cabeza: ¿quién había sido? Miró un segundo a Kaido mientras éste empezaba a crecer en proporciones y emitía una última bravata —inconsciente—. Desde luego que él no: el sello parecía estar funcionando a las mil maravillas en su cabeza. Era de quien más datos tenía y a quien mejor conocía. Incluso si el Pez había sido capaz de burlar al sello —igual que el propio Akame— seguía siendo su mejor baza. Por eso mismo, mientras todos allí hablaban y se jactaban de sus largos penes, el Uchiha se metió una mano al bolsillo, raudo, y sacó una hikaridama que estampó contra el suelo, frente a sí, después de cerrar los ojos.
El Ninja Número Uno en escapar de situaciones peliagudas no necesitó más que unos instantes para acumular una ingente cantidad de energía carmesí a su alrededor, agarrar a Kaido del brazo y desaparecer con un destello rojizo. Sabía que, de no ser Otohime o Money los traidores, les estaba condenando; pero en el mundo ninja, algunas veces, no podías salvarlos a todos.
¿Su destino? El único lugar en el que Akame pudo pensar que los esbirros de Umigarasu no estarían buscándoles. El origen de toda aquella historia entre Kaido y él: un cuchitril destartalado en el barrio bajo de Tanzaku Gai.
Aquella pregunta seguía zumbando dentro de su cabeza: ¿quién había sido? Miró un segundo a Kaido mientras éste empezaba a crecer en proporciones y emitía una última bravata —inconsciente—. Desde luego que él no: el sello parecía estar funcionando a las mil maravillas en su cabeza. Era de quien más datos tenía y a quien mejor conocía. Incluso si el Pez había sido capaz de burlar al sello —igual que el propio Akame— seguía siendo su mejor baza. Por eso mismo, mientras todos allí hablaban y se jactaban de sus largos penes, el Uchiha se metió una mano al bolsillo, raudo, y sacó una hikaridama que estampó contra el suelo, frente a sí, después de cerrar los ojos.
El Ninja Número Uno en escapar de situaciones peliagudas no necesitó más que unos instantes para acumular una ingente cantidad de energía carmesí a su alrededor, agarrar a Kaido del brazo y desaparecer con un destello rojizo. Sabía que, de no ser Otohime o Money los traidores, les estaba condenando; pero en el mundo ninja, algunas veces, no podías salvarlos a todos.
¿Su destino? El único lugar en el que Akame pudo pensar que los esbirros de Umigarasu no estarían buscándoles. El origen de toda aquella historia entre Kaido y él: un cuchitril destartalado en el barrio bajo de Tanzaku Gai.