2/11/2020, 22:20
La noche volvía cernirse sobre la ciudad y los vientos de cambio soplaban con un ulular misterioso. Las festividades nocturnas eran tan ruidosas y alegres como venían siendo los últimos días, pero bajo la superficie se agitaban problemas intensos.
A Juro el camino le llevaría hasta el teatro de interés, un lugar nada difícil de encontrar debido a lo escandaloso de la iluminación exterior, en donde brillaba la imagen de una primorosa muchacha que parecía ser la actriz principal en el drama de aquella noche. Sin embargo, al entrar (con la debida vestimenta social para que no le rechazaran), podría notar que aún no comenzaban el espectáculo. De hecho, los trabajadores estaban tan ajetreados con los preparativos que parecía que lo normal es que todo comenzara a moverse recién pasada la media noche.
En aquel lugar, además de trabajadores, había poca gente a la cual preguntar algo: uno era el grandulón de la entrada, un tipo de aspecto macizo y carácter taciturno; el segundo era el que atendía la barra, un señor entrado en años que sonreía con la astucia del zorro que lo ha visto y hecho todo; y el tercero, era un sujeto que simplemente estaba gritando y dando órdenes frente al entarimado:
—¡Joder, caranalga, que eso no es así! —le grito a uno de los muchachos que parecía estar preparando algún artilugio metálico—. ¡Vamos, tienen que hacer que ese cacharro funcione a como dé lugar!
Uno de ellos se atrevió a defenderse diciendo que lo suyo era la tramoya y no la mecánica.
—¡Entonces para qué coño dios te dio el ser! Supérate a ti mismo, ¿Qué tan difícil puede ser? —recrimino con acides—. ¿De qué vale mi esfuerzo entonces? Mantener a flote el local, procurar entretenimiento del más alto nivel y sobrepasar las dificultades del negocio. ¿Cómo recompensan mi esfuerzo si se dejan vencer por una vil pieza de relojería?
»Dios, quien sea, el demonio si hace falta, pero envíame a alguien que no sea un inútil —suplico al ver como ninguno de los tramoyistas daba con el funcionamiento de aquel engranaje múltiple de la tarima.
Por su parte, Datsue podría aspirar una noche tranquila, pero la suerte tenía preparada otra cosa.
A su habitación toco un mensajero con carácter de urgencia, que ni siquiera espero a que le contestaran, sino que dejo su paquete en la entrada y se fue. El mismo era un pequeño cofre de madera roja con el símbolo de la competición grabado a fuego. Dentro de la caja, había un cofre metálico que se asemejaba a una bóveda: tenía una cerradura, pero no una llave y parecía imposible de abrir sin arrojarlo a una fragua. Sin embargo, para un herrero con la suficiente pericia, paciencia y unas cuantas herramientas comunes, no sería mayor problema el abrirla.
Una vez abierta la caja podría encontrar doce monedas ornamentales de plata y tres monedas de níquel de alta denominación. Además de eso, contenía una nota:
A Juro el camino le llevaría hasta el teatro de interés, un lugar nada difícil de encontrar debido a lo escandaloso de la iluminación exterior, en donde brillaba la imagen de una primorosa muchacha que parecía ser la actriz principal en el drama de aquella noche. Sin embargo, al entrar (con la debida vestimenta social para que no le rechazaran), podría notar que aún no comenzaban el espectáculo. De hecho, los trabajadores estaban tan ajetreados con los preparativos que parecía que lo normal es que todo comenzara a moverse recién pasada la media noche.
En aquel lugar, además de trabajadores, había poca gente a la cual preguntar algo: uno era el grandulón de la entrada, un tipo de aspecto macizo y carácter taciturno; el segundo era el que atendía la barra, un señor entrado en años que sonreía con la astucia del zorro que lo ha visto y hecho todo; y el tercero, era un sujeto que simplemente estaba gritando y dando órdenes frente al entarimado:
—¡Joder, caranalga, que eso no es así! —le grito a uno de los muchachos que parecía estar preparando algún artilugio metálico—. ¡Vamos, tienen que hacer que ese cacharro funcione a como dé lugar!
Uno de ellos se atrevió a defenderse diciendo que lo suyo era la tramoya y no la mecánica.
—¡Entonces para qué coño dios te dio el ser! Supérate a ti mismo, ¿Qué tan difícil puede ser? —recrimino con acides—. ¿De qué vale mi esfuerzo entonces? Mantener a flote el local, procurar entretenimiento del más alto nivel y sobrepasar las dificultades del negocio. ¿Cómo recompensan mi esfuerzo si se dejan vencer por una vil pieza de relojería?
»Dios, quien sea, el demonio si hace falta, pero envíame a alguien que no sea un inútil —suplico al ver como ninguno de los tramoyistas daba con el funcionamiento de aquel engranaje múltiple de la tarima.
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Por su parte, Datsue podría aspirar una noche tranquila, pero la suerte tenía preparada otra cosa.
A su habitación toco un mensajero con carácter de urgencia, que ni siquiera espero a que le contestaran, sino que dejo su paquete en la entrada y se fue. El mismo era un pequeño cofre de madera roja con el símbolo de la competición grabado a fuego. Dentro de la caja, había un cofre metálico que se asemejaba a una bóveda: tenía una cerradura, pero no una llave y parecía imposible de abrir sin arrojarlo a una fragua. Sin embargo, para un herrero con la suficiente pericia, paciencia y unas cuantas herramientas comunes, no sería mayor problema el abrirla.
Una vez abierta la caja podría encontrar doce monedas ornamentales de plata y tres monedas de níquel de alta denominación. Además de eso, contenía una nota:
Saludos aguerridos participantes… Supongo que son uno si han logrado abrir la caja sin tener que destruirla en el proceso.
Por necesidad de la situación, la competencia tomara un pequeño desvió y procederemos de forma diferente. Si todo sale bien, mañana tendrán el título de finalista en el culmen de la competencia. Y luego… la derrota o la victoria, no más.
En fin, se le han entregados una serie de monedas, que deben permanecer en perfecto estado… En pocas palabras, estas monedas compraran un equipo muy importante para la competencia de mañana… El equipo es obligatorio, que sin el mismo no podemos garantizar su seguridad y la nuestra.
En la siguiente dirección le dirán como debe proceder, ir únicamente luego de media noche y mostrar la placa que le acredita como participante.
Sector xxx, Calle xxx, Local xxx.
Ebie Toshiyo.
Por necesidad de la situación, la competencia tomara un pequeño desvió y procederemos de forma diferente. Si todo sale bien, mañana tendrán el título de finalista en el culmen de la competencia. Y luego… la derrota o la victoria, no más.
En fin, se le han entregados una serie de monedas, que deben permanecer en perfecto estado… En pocas palabras, estas monedas compraran un equipo muy importante para la competencia de mañana… El equipo es obligatorio, que sin el mismo no podemos garantizar su seguridad y la nuestra.
En la siguiente dirección le dirán como debe proceder, ir únicamente luego de media noche y mostrar la placa que le acredita como participante.
Sector xxx, Calle xxx, Local xxx.
Ebie Toshiyo.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)