5/11/2020, 01:26
La noche llegó y con ello, el plan de Juro empezó.
El muchacho no tuvo la insensatez de acudir a tal lugar con su apariencia original. Tal y como había hecho con los hermanos, decidió adoptar el mismo disfraz, solo que esta vez se aseguró de que las ropas que vestía eran mucho más elegantes. Así pues, a ojos ajenos, era un hombre adulto con barba cuidada, pelo castaño y ojos marrones, de estatura media, ataviado con un traje.
Lo cierto es que el ambiente en las calles, lejos de adquirir el tono lugubre con el que él mismo lo había imaginado, era bastante alegre. Lo entendía: para la ciudad, aquella era una noche de fiesta. Había cientos de turistas, la noche era joven y los comercios y los espectáculos estaban a rebosar. Pero el marionetista sabía que más allá de esa fachada, se escondían negocios muy negros. Y lamentablemente, era esa parte a la que trataba de acceder en aquel momento.
Nada más entrar, Juro trató de guardar una imagen de mental de todo el lugar: las salidas, los pasillos, las zonas... hasta el número de escaleras, si es que le fuera a ayudar de alguna manera. Analizar el entorno era importante e iba a tener que saber como moverse muy bien en aquel lugar.
Lo primero que notó fue que el espectáculo aún no había empezado. No encontró público y lo único que había, además del barman y el guardia de la entrada, eran un grupo de trabajadores y el que parecía su jefe, los cuales debían tener algún problema, puesto que el hombre no hacía más que gritar, lleno de rabia.
« Aún no es el momento... » — Los hermanos no habían especificado hora y eso quería implicar muchas cosas. La primera, que no podía suponer que el hombre que buscaba acudiría ese mismo día. La segunda, que podía aparecer en cualquier momento.
Juro supuso que lo más probable es que aquel hombre buscara camuflarse entre la gente. Desde luego, presentarse cuando no hay absolutamente nadie no era la mejor de las ideas para tener una reunión secreta, así que pudo relajarse. Aún no había llegado el momento, pero llegaría pronto.
No pudo evitar acercarse con curiosidad para observar el artilugio que tantos problemas les estaba dando a los trabajadores. Al fin y al cabo, si la obra no se llevaba a cabo, no habría gente, y sin gente, puede que el hombre que buscaba ni si quiera se molestara en acudir al teatro, viendo su coartada comprometida. Puede que fuera un asunto incluso más grave de lo que esperaba.
— Señor, ¿Qué ocurre con ese objeto? — preguntó Juro, acercándose un par de pasos más a la escena.
El muchacho no tuvo la insensatez de acudir a tal lugar con su apariencia original. Tal y como había hecho con los hermanos, decidió adoptar el mismo disfraz, solo que esta vez se aseguró de que las ropas que vestía eran mucho más elegantes. Así pues, a ojos ajenos, era un hombre adulto con barba cuidada, pelo castaño y ojos marrones, de estatura media, ataviado con un traje.
Lo cierto es que el ambiente en las calles, lejos de adquirir el tono lugubre con el que él mismo lo había imaginado, era bastante alegre. Lo entendía: para la ciudad, aquella era una noche de fiesta. Había cientos de turistas, la noche era joven y los comercios y los espectáculos estaban a rebosar. Pero el marionetista sabía que más allá de esa fachada, se escondían negocios muy negros. Y lamentablemente, era esa parte a la que trataba de acceder en aquel momento.
Nada más entrar, Juro trató de guardar una imagen de mental de todo el lugar: las salidas, los pasillos, las zonas... hasta el número de escaleras, si es que le fuera a ayudar de alguna manera. Analizar el entorno era importante e iba a tener que saber como moverse muy bien en aquel lugar.
Lo primero que notó fue que el espectáculo aún no había empezado. No encontró público y lo único que había, además del barman y el guardia de la entrada, eran un grupo de trabajadores y el que parecía su jefe, los cuales debían tener algún problema, puesto que el hombre no hacía más que gritar, lleno de rabia.
« Aún no es el momento... » — Los hermanos no habían especificado hora y eso quería implicar muchas cosas. La primera, que no podía suponer que el hombre que buscaba acudiría ese mismo día. La segunda, que podía aparecer en cualquier momento.
Juro supuso que lo más probable es que aquel hombre buscara camuflarse entre la gente. Desde luego, presentarse cuando no hay absolutamente nadie no era la mejor de las ideas para tener una reunión secreta, así que pudo relajarse. Aún no había llegado el momento, pero llegaría pronto.
No pudo evitar acercarse con curiosidad para observar el artilugio que tantos problemas les estaba dando a los trabajadores. Al fin y al cabo, si la obra no se llevaba a cabo, no habría gente, y sin gente, puede que el hombre que buscaba ni si quiera se molestara en acudir al teatro, viendo su coartada comprometida. Puede que fuera un asunto incluso más grave de lo que esperaba.
— Señor, ¿Qué ocurre con ese objeto? — preguntó Juro, acercándose un par de pasos más a la escena.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60