9/11/2020, 03:52
—Disculpen, no tengo ni idea de maquinaria, pero quizá pueda intentarlo — Y se puso a ello.
Desesperados y, por tanto, dispuesto a aceptar cualquier ayuda que les prestaran, permitieron que aquel visitante echara un vistazo más de cerca. Los trabajadores se limitaron a quitarse del camino y mover pieza según lo fuera requiriendo la tentativa de quien les estaba ayudando. Luego de un rato de mover piezas, y de una buena inversión de grasa y músculos, las doce piezas estaban acomodadas en un patrón distinto.
—Parece bien, esperemos que funcione —dijo el jefe de tramoyeros mientras el director del teatro cruzaba los dedos, sudando.
La máquina emitió un crujido y las piezas comenzaron a moverse, primero chirreando y rozando, pero luego de un rato se movían con la velocidad y precisión requeridas, como un buen artefacto de relojería.
—¡Oh, Kami-sama! Me has mirado al rostro y sonriendo has dicho mi nombre —recito el director, regocijado con la victoria ante un obstáculo que hacía poco consideraba insalvable, para luego volver a su temperamento habitual—. ¿Qué esperan, las gracias? Estamos atrasados, muevan sus lamentables existencias y preparen el escenario.
Los tramoyistas comenzaron a moverse a toda velocidad, recomponiendo la fachada que ocultaba todos los mecanismos del oficio y haciendo una limpieza tan rápida como urgente.
—Muchas, gracias… —No sabía el nombre de aquel quien le había ayudado, pero poco le importaban aquellos detalles superfluos—. ¡Oh, buen señor! Si hay algo que pudiese hacer este humilde siervo de las tablas por usted. Solo pídalo, sin falsas modestias o cohibiciones, y hare lo que me sea posible.
Desesperados y, por tanto, dispuesto a aceptar cualquier ayuda que les prestaran, permitieron que aquel visitante echara un vistazo más de cerca. Los trabajadores se limitaron a quitarse del camino y mover pieza según lo fuera requiriendo la tentativa de quien les estaba ayudando. Luego de un rato de mover piezas, y de una buena inversión de grasa y músculos, las doce piezas estaban acomodadas en un patrón distinto.
—Parece bien, esperemos que funcione —dijo el jefe de tramoyeros mientras el director del teatro cruzaba los dedos, sudando.
La máquina emitió un crujido y las piezas comenzaron a moverse, primero chirreando y rozando, pero luego de un rato se movían con la velocidad y precisión requeridas, como un buen artefacto de relojería.
—¡Oh, Kami-sama! Me has mirado al rostro y sonriendo has dicho mi nombre —recito el director, regocijado con la victoria ante un obstáculo que hacía poco consideraba insalvable, para luego volver a su temperamento habitual—. ¿Qué esperan, las gracias? Estamos atrasados, muevan sus lamentables existencias y preparen el escenario.
Los tramoyistas comenzaron a moverse a toda velocidad, recomponiendo la fachada que ocultaba todos los mecanismos del oficio y haciendo una limpieza tan rápida como urgente.
—Muchas, gracias… —No sabía el nombre de aquel quien le había ayudado, pero poco le importaban aquellos detalles superfluos—. ¡Oh, buen señor! Si hay algo que pudiese hacer este humilde siervo de las tablas por usted. Solo pídalo, sin falsas modestias o cohibiciones, y hare lo que me sea posible.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)