17/11/2020, 20:54
Los nombres, las palabras y los caracteres en aquel caos de sobre escritura no decían nada por sí mismos. Sin embargo, el hecho de que los titulares se amontonaran unos sobre otros en la misma casilla, que se disputaran el espacio y la autoridad, era como si no pudiese llegarse a un acuerdo de quien era el que había rentado aquella sala. Para la administración era poco más que un error, un descuido de la memoria; o podría tratarse de algún pícaro que había logrado alquilar sin pagar y con el cual aún no habían dado.
En una de las casillas disponibles se anotó el nombre de Takeshi, quien había alquilado la sala 8, un espacio simple y amplio con una pared llena de dianas para dardos y otros juegos que ponían a prueba la puntería. Dicha habitación se encontraba al inicio del pasillo del segundo piso, justo al lado de las escaleras. Al otro extremo, al final del pasillo, estaba la sala 16, que era la que se correspondía con la casilla caótica.
—Debo recordarle que la tarifa no es totalmente plana: además del coste base de la sala se le cobrara aparte cualquier otro servicio añadido —dijo el empleado que le había escoltado hasta la habitación.
Entre las idas y venidas, se había hecho tarde y solo faltaba una hora para la media noche. La gente ya había comenzado a llegar hacia unos minutos, pero recién cuando el reloj marcara las doce es que el ambiente cobraría vida con el grueso de la clientela. Hasta entonces, en aquella habitación cerrada y sin ventanas, Juro tendría la posibilidad de prepararse para el siguiente nivel de aquel juego del gato y el ratón.
En una de las casillas disponibles se anotó el nombre de Takeshi, quien había alquilado la sala 8, un espacio simple y amplio con una pared llena de dianas para dardos y otros juegos que ponían a prueba la puntería. Dicha habitación se encontraba al inicio del pasillo del segundo piso, justo al lado de las escaleras. Al otro extremo, al final del pasillo, estaba la sala 16, que era la que se correspondía con la casilla caótica.
—Debo recordarle que la tarifa no es totalmente plana: además del coste base de la sala se le cobrara aparte cualquier otro servicio añadido —dijo el empleado que le había escoltado hasta la habitación.
Entre las idas y venidas, se había hecho tarde y solo faltaba una hora para la media noche. La gente ya había comenzado a llegar hacia unos minutos, pero recién cuando el reloj marcara las doce es que el ambiente cobraría vida con el grueso de la clientela. Hasta entonces, en aquella habitación cerrada y sin ventanas, Juro tendría la posibilidad de prepararse para el siguiente nivel de aquel juego del gato y el ratón.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)