29/11/2020, 16:52
El ambiente era tal y como esperaba, así que lo hizo lo propio: trató de relajar la postura, dejar caer sus brazos y mirar a la gente por encima del hombro, tal y como hacían ellos con él. Ya desentonaba lo suficiente: aunque no fuera un acaudalado empresario que tenía contactos por todas partes, tendría que sentirse como uno y actuar como tal.
Se sentó en la silla de Takeshi. Mientras estuviera en la sala, esa iba a ser su identidad. Si no se la creía lo suficiente, todo podría acabar muy mal, así que volvió a repetir mentalmente la nueva historia que acababa de inventar para sí mismo.
Durante el siguiente rato, se relajó. La gente era snob, pero aunque fuera por las apariencias, sí que se relacionaban con los demás y no era el único nuevo. Juro habló con un par, conversaciones triviales, preguntas banales. Una enorme pérdida de tiempo, pero le sirvió para situarse aún más como Takeshi y para meter con un pie para la zambullida que planeaba hacer en aquel nuevo ambiente. Nadie hacía preguntas personales, preguntas de identidad, y eso le venía bien por el momento, así que se adaptó.
Cuando entró el octavo jugador, Juro supo que había algo distinto en él. Las miradas de la gente rozaban la incomprensión, sin embargo, aquel hombre no era nuevo: se comportaba como si fuera prácticamente su segunda casa. Conocía a todo el mundo y de hecho, estaba más que acostumbrado a esa reacción. Juro, sin embargo, no pudo evitar acordarse de los tachones en el nombre del dueño de la reserva, en las entradas del diario, en la información perdida...
« ¿Podría ser él? » — Parecía un criminal, desde luego, pero Juro había esperado algo diferente. Un hombre que supiera ocultar su identidad, quizá que pasara más desapercibido. Una sombra. Lo que tenía delante era un hombre con presencia y carisma, pero no veía nada más. Decidió esperar antes de hacer juicios precipitados y mantener la guardia alta.
Hizo una pregunta, pero Juro notó que él se había percatado de su presencia. Esgrimió la mejor sonrisa de Takeshi, el empresario.
— La verdad es que no tengo ni idea, pero espero que alguno de los presentes pueda explicármelo..
Se sentó en la silla de Takeshi. Mientras estuviera en la sala, esa iba a ser su identidad. Si no se la creía lo suficiente, todo podría acabar muy mal, así que volvió a repetir mentalmente la nueva historia que acababa de inventar para sí mismo.
Durante el siguiente rato, se relajó. La gente era snob, pero aunque fuera por las apariencias, sí que se relacionaban con los demás y no era el único nuevo. Juro habló con un par, conversaciones triviales, preguntas banales. Una enorme pérdida de tiempo, pero le sirvió para situarse aún más como Takeshi y para meter con un pie para la zambullida que planeaba hacer en aquel nuevo ambiente. Nadie hacía preguntas personales, preguntas de identidad, y eso le venía bien por el momento, así que se adaptó.
Cuando entró el octavo jugador, Juro supo que había algo distinto en él. Las miradas de la gente rozaban la incomprensión, sin embargo, aquel hombre no era nuevo: se comportaba como si fuera prácticamente su segunda casa. Conocía a todo el mundo y de hecho, estaba más que acostumbrado a esa reacción. Juro, sin embargo, no pudo evitar acordarse de los tachones en el nombre del dueño de la reserva, en las entradas del diario, en la información perdida...
« ¿Podría ser él? » — Parecía un criminal, desde luego, pero Juro había esperado algo diferente. Un hombre que supiera ocultar su identidad, quizá que pasara más desapercibido. Una sombra. Lo que tenía delante era un hombre con presencia y carisma, pero no veía nada más. Decidió esperar antes de hacer juicios precipitados y mantener la guardia alta.
Hizo una pregunta, pero Juro notó que él se había percatado de su presencia. Esgrimió la mejor sonrisa de Takeshi, el empresario.
— La verdad es que no tengo ni idea, pero espero que alguno de los presentes pueda explicármelo..
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60