30/11/2020, 17:11
(Última modificación: 30/11/2020, 18:52 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
La negativa de Ayame a revelar uno de los secretos mejor guardados de Kiroe la Repostera se tradujo en una maratónica carrera —al menos para Kaido—. en la que el escualo luchó con todas sus fuerzas por no quedarse rezagado en el trayecto. Está de más decir que no tuvo mucho éxito en mantener el ritmo de aquellas dos gacelas, que avanzaban a paso agigantado, como si sus piernas midieran dos metros más que las del pobre gyojin. Fueron unas cuantas horas de odisea, donde además del cansancio, el frío empezó a hacer mella a medida que se adentraban más y más en el corazón del norte.
El merecido descanso llegó, finalmente, cuando el trío de shinobi encontró las vías del ferrocarril, sobre las cuales reposaba feroz ese titán de acero que se había convertido en el transporte más revolucionario de todo Oonindo. Kaido ya había experimentado anteriormente un viaje en su interior, así que daba gracias por que el último tramo hacia Yukio fuera en uno de esos camarotes tan cálidos y cómodos, y no yendo a pie, bajo el frío inclemente de estos páramos mientras los culos de Ayame y Yui se alejaban cada vez más de el, sin pensar en su pobre y lento compañero.
Hecho el papeleo y una vez permitido el acceso al camarote, Kaido se retiró el equipaje y parte de los harapos y trató de acomodarse en uno de los asientos.
—Si alguien la ve, se lo haremos olvidar a hostias.
Un método sencillo y práctico.
El merecido descanso llegó, finalmente, cuando el trío de shinobi encontró las vías del ferrocarril, sobre las cuales reposaba feroz ese titán de acero que se había convertido en el transporte más revolucionario de todo Oonindo. Kaido ya había experimentado anteriormente un viaje en su interior, así que daba gracias por que el último tramo hacia Yukio fuera en uno de esos camarotes tan cálidos y cómodos, y no yendo a pie, bajo el frío inclemente de estos páramos mientras los culos de Ayame y Yui se alejaban cada vez más de el, sin pensar en su pobre y lento compañero.
Hecho el papeleo y una vez permitido el acceso al camarote, Kaido se retiró el equipaje y parte de los harapos y trató de acomodarse en uno de los asientos.
—Si alguien la ve, se lo haremos olvidar a hostias.
Un método sencillo y práctico.