9/12/2020, 04:54
Motivados por la tentativa de una victoria rápida, otros dos participantes se adelantaron al Uchiha. Uno de ellos era un sujeto delgado, que recubrió su armadura con una especie de aceite iridiscente. Confiado en el poder de sus artimañas alquímicas, camino hacia la roca, esperando que el fluido adsorbiese lo suficiente de aquel miasma invisible. Se movía lenta y metódicamente, atento a cuanto cambio pudiese operarse en su armadura y en su cuerpo. Podría decirse que funciono bien, demasiado bien: el líquido, a medida que acortaba distancia, comenzó a calentarse hasta el punto de burbujear como brea. Su intento termino cuando de forma espontánea el aceite entro en combustión, como un combustible sobrecalentado. Aquel alquimista no pudo sino salir corriendo convertido en una antorcha humana, a la cual solo lograron apagar cubriéndolo con arena.
El segundo intento correspondió a un sujeto enorme e imponente como un hozo pardo. A este le asistían un par de ayudantes y lo que parecía ser un martillo puntiagudo cuyo peso no debía ser menor que el suyo propio. Sus ayudantes le colocaron la armadura y ataron a su cintura una cuerda. Su plan parecía consistir en entrar y salir rápidamente, por medio del rescate si llegaba a ser necesario. Se hecho su herramienta al hombro, tomo impulso y dio una larga carrera hasta la roca metálica. Su velocidad era mayor de lo esperable en alguien de su tamaño, y la ferocidad de sus zancadas solo fueron igualadas con la brutalidad con se detuvo y aprovecho el impulso para golpear su objetivo. Tres golpeas cayeron, resonando con fuerza a lo lejos. Parecían no tener mayor efecto pese a su poder; sin embargo, y aunque no pretendía ceder, la fuerza le comenzó a abandonar, al igual que la sangre que comenzaba a escaparse a través de su nariz y boca. En fin, se desplomo afiebrado, y tuvieron que tirar de la cuerda y arrástrale rudamente por la tierra hasta sacarle del área de peligro.
Viendo los intentos apresurados y fallidos, el otro participante mantuvo su distancia y decidió esperar un poco más. Mientras tanto, con la simplicidad de un gesto afirmativo, Datsue tendría la oportunidad de intentar la esquiva hazaña.
Mahito vio cómo su control era superado y entonces odio al marionetista. Su rabia no fue tanta por la jugada, sino porque era el único que se consideraba con derecho de manipular a los demás.
No le gustaban los combates encarnizados, pero dadas las circunstancias no podía permitir que su oponente escapara. Conocía el lugar y el espacio de la primera planta estaba dentro de sus posibilidades. Realizo una serie de cinco sellos y todo el interior del edificio se transformó en una versión mucho más oscura y futurista de sí misma, donde no era posible identificar salida alguna.
Habiendo hecho aquello y con una sonrisa malévola, se entremezcló entre las sombras y una multitud que, aterrorizada, comenzó a correr de un lado para otro en busca de una salida que parecía inexistente. La música electrificada saturaba los oídos, las luces multicolores confundían la vista y el caos... el caos bailaba junto a Mahito.
El segundo intento correspondió a un sujeto enorme e imponente como un hozo pardo. A este le asistían un par de ayudantes y lo que parecía ser un martillo puntiagudo cuyo peso no debía ser menor que el suyo propio. Sus ayudantes le colocaron la armadura y ataron a su cintura una cuerda. Su plan parecía consistir en entrar y salir rápidamente, por medio del rescate si llegaba a ser necesario. Se hecho su herramienta al hombro, tomo impulso y dio una larga carrera hasta la roca metálica. Su velocidad era mayor de lo esperable en alguien de su tamaño, y la ferocidad de sus zancadas solo fueron igualadas con la brutalidad con se detuvo y aprovecho el impulso para golpear su objetivo. Tres golpeas cayeron, resonando con fuerza a lo lejos. Parecían no tener mayor efecto pese a su poder; sin embargo, y aunque no pretendía ceder, la fuerza le comenzó a abandonar, al igual que la sangre que comenzaba a escaparse a través de su nariz y boca. En fin, se desplomo afiebrado, y tuvieron que tirar de la cuerda y arrástrale rudamente por la tierra hasta sacarle del área de peligro.
Viendo los intentos apresurados y fallidos, el otro participante mantuvo su distancia y decidió esperar un poco más. Mientras tanto, con la simplicidad de un gesto afirmativo, Datsue tendría la oportunidad de intentar la esquiva hazaña.
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Mahito vio cómo su control era superado y entonces odio al marionetista. Su rabia no fue tanta por la jugada, sino porque era el único que se consideraba con derecho de manipular a los demás.
No le gustaban los combates encarnizados, pero dadas las circunstancias no podía permitir que su oponente escapara. Conocía el lugar y el espacio de la primera planta estaba dentro de sus posibilidades. Realizo una serie de cinco sellos y todo el interior del edificio se transformó en una versión mucho más oscura y futurista de sí misma, donde no era posible identificar salida alguna.
Habiendo hecho aquello y con una sonrisa malévola, se entremezcló entre las sombras y una multitud que, aterrorizada, comenzó a correr de un lado para otro en busca de una salida que parecía inexistente. La música electrificada saturaba los oídos, las luces multicolores confundían la vista y el caos... el caos bailaba junto a Mahito.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)