2/01/2021, 17:46
—Ahhh, el bueno de Yokuna, sí, sí. ¿Y te dejó firmar el pacto, dices? —rio Yui—. Con lo reservado que es. Debiste caerle en gracia, ¿eh?
—Digamos que... nos ayudamos mutuamente —sonrió ella, en respuesta.
—Pues, si algo bueno dejó el tiempo que estuve en Dragón Rojo, es que yo también firmé el pacto con una familia animal —intervino Kaido entonces, y Ayame le miró con mucho interés y sentimientos encontrados. Que hubiese conseguido firmar un pacto animal era algo bueno, sin duda; pero que lo hubiese hecho durante su estadía en Dragón Rojo no dejaba de provocarle un desagradable sentimiento de rechazo—. De hecho, me concedieron el Gran Pergamino de Invocación... y es la puta hostia. ¡¿A que no adivináis qué animal es?! ¡¿Uhm, uhm?!
Ayame le miró de arriba a abajo, inquisitiva: branquias, dientes afilados como navajas. Si tuviera que adjudicarle un animal, quizás podría ser...
—¿Una trucha? —inquirió Yui, con una sonrisa ladina.
—¿Pirañas? —sugirió Ayame.
—Digamos que... nos ayudamos mutuamente —sonrió ella, en respuesta.
—Pues, si algo bueno dejó el tiempo que estuve en Dragón Rojo, es que yo también firmé el pacto con una familia animal —intervino Kaido entonces, y Ayame le miró con mucho interés y sentimientos encontrados. Que hubiese conseguido firmar un pacto animal era algo bueno, sin duda; pero que lo hubiese hecho durante su estadía en Dragón Rojo no dejaba de provocarle un desagradable sentimiento de rechazo—. De hecho, me concedieron el Gran Pergamino de Invocación... y es la puta hostia. ¡¿A que no adivináis qué animal es?! ¡¿Uhm, uhm?!
Ayame le miró de arriba a abajo, inquisitiva: branquias, dientes afilados como navajas. Si tuviera que adjudicarle un animal, quizás podría ser...
—¿Una trucha? —inquirió Yui, con una sonrisa ladina.
—¿Pirañas? —sugirió Ayame.