9/01/2021, 20:27
La técnica de sellado se ejecutó a la perfección y el núcleo del meteorito fue adsorbido dentro del pergamino. Sin embargo, Datsue podría sentir que el guardado era algo inestable. Esto no era a causa del sello, que era óptimo, sino al pergamino mismo que parecía ser algo vulnerable a la energía del meteorito, de suerte que en su limpia superficie ya lucían algunas manchas que parecían viejas quemaduras. El sellado debería aguantar un tiempo, aunque necesitaría un lugar seguro para resguardar su premio, lo último que necesitaba era que se produjese una liberación espontánea y una consecuente gran explosión.
—En hora buena, competidor numero 44… o debería decir, campeón —felicito el juez, mientras se acercaba.
Observo la corteza metálica que había quedado del meteorito y puso cara de alivio; aquella cosa, aunque valiosa, le había traído bastantes problemas.
—Creo que también deberías llevarte esto —dijo señalando los restos—. Ese metal también debería ser bastante valioso… Además de eso, no se planeó otro premio físico: darle algo como una medalla brillante o un trofeo bonito a alguien que puede fabricar algo mejor parecía tonto… Lo que si se hará es colocar una enorme placa honorifica con los detalles de la competencia… Se supone que eso se haría en un museo del metales y herrería que se abrirá próximamente.
Sus palabras no le daban gran importancia, pero estaba planeado que aquello fuese tanto un centro histórico como una atracción turística de gran envergadura, de suerte que la inversión económica del torneo se vería retornada con creces, además de contribuir al desarrollo cultural de la ciudad.
—A todo esto, como juez y persona permíteme aclararte dos cosas —comenzó el juez—: La primera es que ahora estas en la cima de la ciudad y, al menos durante un tiempo, serás la representación de lo que todo herrero aspira ser. Todos querrán relacionarse contigo y hacer tratos… Si juegas bien tus cartas no debería costarte conseguir algunos inversores generosos y abrir tu propia empresa, considera a cada juez un importante contacto. La segunda es que tu premio es una especie de tesoro maldito, y quien conoce de él tratara de comprártelo, robártelo o quitarte a ti del medio… Puede que no se notara, pero hubo mucha intriga en cuanto quien lo guardaba y donde estaba… Yo que tú lo guardaría bien…, por la seguridad de todos, ya has visto lo peligroso y nocivo que puede ser.
»Y creo que eso es todo lo me corresponde decir. Ahora, ve a saludar al público, que vean el rostro de su campeón —dijo mientras comenzaba a retirarse—. Me toca encargarme del papeleo, de la celebración de esta noche y de atender un asunto con un sospechoso de sabotaje que capturaron anoche… Puta vida ocupada…
—En hora buena, competidor numero 44… o debería decir, campeón —felicito el juez, mientras se acercaba.
Observo la corteza metálica que había quedado del meteorito y puso cara de alivio; aquella cosa, aunque valiosa, le había traído bastantes problemas.
—Creo que también deberías llevarte esto —dijo señalando los restos—. Ese metal también debería ser bastante valioso… Además de eso, no se planeó otro premio físico: darle algo como una medalla brillante o un trofeo bonito a alguien que puede fabricar algo mejor parecía tonto… Lo que si se hará es colocar una enorme placa honorifica con los detalles de la competencia… Se supone que eso se haría en un museo del metales y herrería que se abrirá próximamente.
Sus palabras no le daban gran importancia, pero estaba planeado que aquello fuese tanto un centro histórico como una atracción turística de gran envergadura, de suerte que la inversión económica del torneo se vería retornada con creces, además de contribuir al desarrollo cultural de la ciudad.
—A todo esto, como juez y persona permíteme aclararte dos cosas —comenzó el juez—: La primera es que ahora estas en la cima de la ciudad y, al menos durante un tiempo, serás la representación de lo que todo herrero aspira ser. Todos querrán relacionarse contigo y hacer tratos… Si juegas bien tus cartas no debería costarte conseguir algunos inversores generosos y abrir tu propia empresa, considera a cada juez un importante contacto. La segunda es que tu premio es una especie de tesoro maldito, y quien conoce de él tratara de comprártelo, robártelo o quitarte a ti del medio… Puede que no se notara, pero hubo mucha intriga en cuanto quien lo guardaba y donde estaba… Yo que tú lo guardaría bien…, por la seguridad de todos, ya has visto lo peligroso y nocivo que puede ser.
»Y creo que eso es todo lo me corresponde decir. Ahora, ve a saludar al público, que vean el rostro de su campeón —dijo mientras comenzaba a retirarse—. Me toca encargarme del papeleo, de la celebración de esta noche y de atender un asunto con un sospechoso de sabotaje que capturaron anoche… Puta vida ocupada…
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