13/01/2016, 11:53
(Última modificación: 13/01/2016, 11:54 por Uzumaki Eri.)
El desconocido no cesó de subir las escaleras, ni dejaron de seguirle en ningún momento ambas kunoichi de procedencias diferentes. Eri terminó con una curiosidad importante sobre las palabras del hombre que en ese mismo instante respondía la pregunta de la chica de Amegakure.
—De los peores monstruos que existen, querida —dijo sarcásticamente Kinma—. Tienen dos patas, parecen como tú y como yo, pero cuando llega la noche se dedican a practicar juegos sucios con niñas inocentes, colchones, suelos de piedra y cuchillos muy afilados.
''¿Pero qué clase de monstruo tiene dos patas y por las noches juega con niñas inocentes, colchones, piedras y cuchillos?'' Sin lugar a dudas, la joven de cabellos azulados no quería encontrarse con el ser tan extraño, ya sea hombre o monstruo; que moraba los pisos inferiores de aquel lugar con intenciones no muy buenas. Echó la vista hacia atrás ya que ya no se fiaba ni si quiera de su propia sombra que a duras penas era proyectada por la luz de las antorchas que adornaban las paredes mientras que su corazón latía con más fuerza hasta que descubrió que nadie más estaba con ellas.
Suspiró y volvió a girar su cabeza hacia delante.
Llegaron al piso superior justo cuando subieron el último escalón, encontrándose con un pasillo con puertas de madera a ambos lados. La iluminación seguía siendo producida por las antorchas que se encontraban en las paredes, y que Eri seguía sin entender como éstas no quemaban toda la casa ya que tenía más partes de madera que de otra cosa, pero bueno, lógica a parte. Al fondo y casi invisible, se hallaba una puerta de un material bastante resistente. El desconocido paró y abrió la primera puerta, sin embargo la cerró instantes después, antes de contestar a la pregunta que le había hecho antes.
—Sí —contestó el monje, quedamente—. Su influjo sobre el poder original del sello de esta casa es muy grande. Creada para seducirlo y atraparlo, ahora, en esta época del año en su estado más débil, es aprovechada por sus artes malignas.
-¿Cómo puede ser que sea capaz de utilizar el propio sello que lo inutiliza para su propio beneficio? - Preguntó, confusa. Se hallaba muy perdida tras las explicaciones del hombre y sus misterios junto al monstruo y a la casa. Sin embargo, la otra chica que allí se encontraba se había acercado a la puerta que momentos antes había sido cerrada por Kinma, y ésta también volvió a realizar una pregunta.
—¿Qué hay tras esta puerta, Kinma-san?
No se había parado a pensar por qué había cerrado la puerta una vez ya abierta, pero... Era cierto, ¿que escondía allí dentro?
—De los peores monstruos que existen, querida —dijo sarcásticamente Kinma—. Tienen dos patas, parecen como tú y como yo, pero cuando llega la noche se dedican a practicar juegos sucios con niñas inocentes, colchones, suelos de piedra y cuchillos muy afilados.
''¿Pero qué clase de monstruo tiene dos patas y por las noches juega con niñas inocentes, colchones, piedras y cuchillos?'' Sin lugar a dudas, la joven de cabellos azulados no quería encontrarse con el ser tan extraño, ya sea hombre o monstruo; que moraba los pisos inferiores de aquel lugar con intenciones no muy buenas. Echó la vista hacia atrás ya que ya no se fiaba ni si quiera de su propia sombra que a duras penas era proyectada por la luz de las antorchas que adornaban las paredes mientras que su corazón latía con más fuerza hasta que descubrió que nadie más estaba con ellas.
Suspiró y volvió a girar su cabeza hacia delante.
Llegaron al piso superior justo cuando subieron el último escalón, encontrándose con un pasillo con puertas de madera a ambos lados. La iluminación seguía siendo producida por las antorchas que se encontraban en las paredes, y que Eri seguía sin entender como éstas no quemaban toda la casa ya que tenía más partes de madera que de otra cosa, pero bueno, lógica a parte. Al fondo y casi invisible, se hallaba una puerta de un material bastante resistente. El desconocido paró y abrió la primera puerta, sin embargo la cerró instantes después, antes de contestar a la pregunta que le había hecho antes.
—Sí —contestó el monje, quedamente—. Su influjo sobre el poder original del sello de esta casa es muy grande. Creada para seducirlo y atraparlo, ahora, en esta época del año en su estado más débil, es aprovechada por sus artes malignas.
-¿Cómo puede ser que sea capaz de utilizar el propio sello que lo inutiliza para su propio beneficio? - Preguntó, confusa. Se hallaba muy perdida tras las explicaciones del hombre y sus misterios junto al monstruo y a la casa. Sin embargo, la otra chica que allí se encontraba se había acercado a la puerta que momentos antes había sido cerrada por Kinma, y ésta también volvió a realizar una pregunta.
—¿Qué hay tras esta puerta, Kinma-san?
No se había parado a pensar por qué había cerrado la puerta una vez ya abierta, pero... Era cierto, ¿que escondía allí dentro?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)