13/01/2021, 21:57
Hasta aquella mañana, Ayame nunca había sospechado siquiera que podía haber un museo arqueológico en Yukio. No lo habría esperado de aquel pequeño y hogareño pueblo nevado, pero ahí estaba, frente a sus ojos: grande e imponente, con más maravillas de las que podría haber imaginado nunca ni en sus mejores ensoñaciones. No sólo vieron el esqueleto de aquel pájaro gigantesco, que nada tenía que ver con su halcón, vieron restos de muchos más animales que sólo había visto en libros y leyendas, vieron fragmentos de meteoritos rescatados, vieron artilugios ninja de cientos de años de antigüedad, vieron...
Aquel fue un día que jamás olvidaría. O eso era lo que Ayame creía, hasta que volvió a cerrar los ojos, obedeciendo inconscientemente a una voz a la que no podía resistirse. Obedeció y durmió. Como todas las noches anteriores.
Y, como le venía pasando últimamente, cuando despertó lo hizo con las mismas ojeras y la sensación de que no había descansado como debería.
«Qué raro... Es el colchón más cómodo que he probado en mi vida, y las mantas son suaves y cálidas.» Meditaba, mientras terminaba con su desayuno.
—¡¡Y entonces le metí un sello explosivo bajo la lengua, al muy hijo de puta!! ¡BAAAUM JAJAJA! —bramó Yui, estampando un puñetazo tan fuerte en la mesa que hizo que incluso las ventanas temblaran ligeramente.
—Un... ¿Un sello explosivo? —preguntó Ayame, visiblemente horrorizada. Su cerebro se negaba a dibujar la escena que le estaba describiendo.
—Oye, ¿y qué vamos a hacer hoy?
—¡Ah! ¡Pues podríamos hacer una...! —Ayame lanzó la mano hacia delante y le arrojó una bola de nieve que había cogido de la ventana de su habitación y que había estado amasando entre sus manos. La bola se dirigió directamente al rostro de la que un día había sido la líder de su aldea. Pero nada de eso importaba ya. Y Ayame ni siquiera esperó a la respuesta de Yui: Se había levantado a toda prisa y ahora corría hacia el exterior—. ¡Guerra de bolas de nieveeeeeee!
Aquel fue un día que jamás olvidaría. O eso era lo que Ayame creía, hasta que volvió a cerrar los ojos, obedeciendo inconscientemente a una voz a la que no podía resistirse. Obedeció y durmió. Como todas las noches anteriores.
Y, como le venía pasando últimamente, cuando despertó lo hizo con las mismas ojeras y la sensación de que no había descansado como debería.
«Qué raro... Es el colchón más cómodo que he probado en mi vida, y las mantas son suaves y cálidas.» Meditaba, mientras terminaba con su desayuno.
—¡¡Y entonces le metí un sello explosivo bajo la lengua, al muy hijo de puta!! ¡BAAAUM JAJAJA! —bramó Yui, estampando un puñetazo tan fuerte en la mesa que hizo que incluso las ventanas temblaran ligeramente.
—Un... ¿Un sello explosivo? —preguntó Ayame, visiblemente horrorizada. Su cerebro se negaba a dibujar la escena que le estaba describiendo.
—Oye, ¿y qué vamos a hacer hoy?
—¡Ah! ¡Pues podríamos hacer una...! —Ayame lanzó la mano hacia delante y le arrojó una bola de nieve que había cogido de la ventana de su habitación y que había estado amasando entre sus manos. La bola se dirigió directamente al rostro de la que un día había sido la líder de su aldea. Pero nada de eso importaba ya. Y Ayame ni siquiera esperó a la respuesta de Yui: Se había levantado a toda prisa y ahora corría hacia el exterior—. ¡Guerra de bolas de nieveeeeeee!

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)