13/01/2016, 17:10
Kinma se dio la vuelta y observó como Ayame estaba acercando la mano al picaporte de la puerta por la que acababa de otear. Su voz sonó extremadamente autoritaria y severa cuando pronunció la frase:
—Quita la mano de ahí, niña.
—¿Cómo puede ser que sea capaz de utilizar el propio sello que lo inutiliza para su propio beneficio? —preguntó la muchacha del pelo azul.
—Cuando dos oponentes del Fuuinjutsu rivalizan en poder, suceden esas cosas. No soy capaz de reformar el sello, sólo contenerlo para que no se rompa del todo. —Kinma se acercó un paso hacia Ayame. Estaba lo suficientemente cerca para impedir que la muchacha entrara a la habitación si de pronto sufría un impulso inevitable de curiosidad.
—¿Qué hay tras esta puerta, Kinma-san? —preguntó entonces la chica.
—Si te lo digo, ¿la dejarás tranquila? —Suspiró—. La última vez, el sello se fracturó por ahí. Reparé la zona, pero de vez en cuando la reviso para que ese cabrón no tome control de nuevo. Ten cuidado, no entres ahí. Sigamos.
Kinma se dio la vuelta y prosiguió su viaje por el pasillo. Cuando estaban a medio camino de llegar al final, sintieron una fuerza que casi las hace caer de espaldas. Un destello blanco y...
Las muchachas estaban allí, pero el mundo a su alrededor no lo estaba. O lo estaba, pero mucho más... ¿Azul? Todo había tomado una textura rugosa y un color etéreo, y no se movía. Ni siquiera Kinma, que se había quedado a camino entre un paso y otro.
Entonces volvieron a escuchar la voz del sótano. Pero ahora tenía un tono mucho más calmado, como si antes hubiera estado distorsionada por algún tipo de altavoz.
—Es una trampa. Venid al sótano. Liberad el sello. Es él. Tened cuidado. Intenta escapar.
El mundo volvió a ser el que era antes, y entonces sí, las muchachas cayeron al suelo, exhaustas, como si algo les hubiera robado todo el aire. Kinma se dio la vuelta y se agachó rápidamente para comprobar si estaban bien.
—¡Chicas! ¿Qué ocurre? ¿Os pasa algo?
—Quita la mano de ahí, niña.
—¿Cómo puede ser que sea capaz de utilizar el propio sello que lo inutiliza para su propio beneficio? —preguntó la muchacha del pelo azul.
—Cuando dos oponentes del Fuuinjutsu rivalizan en poder, suceden esas cosas. No soy capaz de reformar el sello, sólo contenerlo para que no se rompa del todo. —Kinma se acercó un paso hacia Ayame. Estaba lo suficientemente cerca para impedir que la muchacha entrara a la habitación si de pronto sufría un impulso inevitable de curiosidad.
—¿Qué hay tras esta puerta, Kinma-san? —preguntó entonces la chica.
—Si te lo digo, ¿la dejarás tranquila? —Suspiró—. La última vez, el sello se fracturó por ahí. Reparé la zona, pero de vez en cuando la reviso para que ese cabrón no tome control de nuevo. Ten cuidado, no entres ahí. Sigamos.
Kinma se dio la vuelta y prosiguió su viaje por el pasillo. Cuando estaban a medio camino de llegar al final, sintieron una fuerza que casi las hace caer de espaldas. Un destello blanco y...
Las muchachas estaban allí, pero el mundo a su alrededor no lo estaba. O lo estaba, pero mucho más... ¿Azul? Todo había tomado una textura rugosa y un color etéreo, y no se movía. Ni siquiera Kinma, que se había quedado a camino entre un paso y otro.
Entonces volvieron a escuchar la voz del sótano. Pero ahora tenía un tono mucho más calmado, como si antes hubiera estado distorsionada por algún tipo de altavoz.
—Es una trampa. Venid al sótano. Liberad el sello. Es él. Tened cuidado. Intenta escapar.
El mundo volvió a ser el que era antes, y entonces sí, las muchachas cayeron al suelo, exhaustas, como si algo les hubiera robado todo el aire. Kinma se dio la vuelta y se agachó rápidamente para comprobar si estaban bien.
—¡Chicas! ¿Qué ocurre? ¿Os pasa algo?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)