22/01/2021, 18:30
Llantos.
Los cuatro comenzaron a escuchar llantos. Dos manzanas a la redonda de lamentos incomprensibles. El tabernero, agotado, salió de detrás de la barra y a su encuentro. Parecía enfurecido, pero por lo que fuera, se le pasó toda la rabia cuando vio el enorme cocodrilo al lado de Yui.
Y volvió a su refugio.
—Si os sirve de algo, puedo oír perfectamente esas instrucciones escondidas entre la música. A lo mejor solo afecta a los humanos —dijo el cocodrilo—. ¡Yui! ¡Sólo me invocas para hacerte la chula delante de los genin, y ahora que por fin tienes algo de acción para mí resulta que era otra pelea estúpida entre compañeros!
—¡Kokoroko, maldito lagarto con pretensiones, que estábamos metidos en un Genjutsu! ¿No has oído a Ayame? ¡Era culpa del Genjutsu! —Se excusó Yui, cruzándose de brazos y apartando la mirada.
Ahora que veían bien a Kokoroko, el animal llevaba una especie de bandana de Amegakure extra grande alrededor del cuello, de color azul. Tenía las escamas de un llamativo color verde, más claro de lo que quizás habían imaginado que sería el de un cocodrilo normal. Sus ojos eran anaranjados, casi dorados. Observaban a Ayame con una terrible curiosidad.
—Así que tú eres Ayame... la jinchūriki de Kokuō. Encantado de conoceros. —Miró a Kaido—. Yui, creo que tu otro compañero tiene hipotermia. Deberíamos llevarlo a un lugar cálido y darle algo caliente para beber, como una sopa. Mira cómo tiene la piel.
Los cuatro comenzaron a escuchar llantos. Dos manzanas a la redonda de lamentos incomprensibles. El tabernero, agotado, salió de detrás de la barra y a su encuentro. Parecía enfurecido, pero por lo que fuera, se le pasó toda la rabia cuando vio el enorme cocodrilo al lado de Yui.
Y volvió a su refugio.
—Si os sirve de algo, puedo oír perfectamente esas instrucciones escondidas entre la música. A lo mejor solo afecta a los humanos —dijo el cocodrilo—. ¡Yui! ¡Sólo me invocas para hacerte la chula delante de los genin, y ahora que por fin tienes algo de acción para mí resulta que era otra pelea estúpida entre compañeros!
—¡Kokoroko, maldito lagarto con pretensiones, que estábamos metidos en un Genjutsu! ¿No has oído a Ayame? ¡Era culpa del Genjutsu! —Se excusó Yui, cruzándose de brazos y apartando la mirada.
Ahora que veían bien a Kokoroko, el animal llevaba una especie de bandana de Amegakure extra grande alrededor del cuello, de color azul. Tenía las escamas de un llamativo color verde, más claro de lo que quizás habían imaginado que sería el de un cocodrilo normal. Sus ojos eran anaranjados, casi dorados. Observaban a Ayame con una terrible curiosidad.
—Así que tú eres Ayame... la jinchūriki de Kokuō. Encantado de conoceros. —Miró a Kaido—. Yui, creo que tu otro compañero tiene hipotermia. Deberíamos llevarlo a un lugar cálido y darle algo caliente para beber, como una sopa. Mira cómo tiene la piel.