22/01/2021, 21:13
«¡Maldita sea! ¡Hasta cuando voy a seguir cayendo en esos malditos genjutsus, la puta que los parió, cabrones hijos del demonio!»
Oh, Kaido y los genjutsu tenían una larga historia. Había caído en sus trampas tantas veces, desde Datsue en el círculo de las Rocas Ancestrales hasta Zaide, en la Prisión del Yermo. Y ahora el zorro hijo de puta. Y con unos putos parlantes. ¡Unos parlantes!... que vergüenza. Kaido apretó los puños y trató de contenerse. Pero a diferencia de Yui, este tipo de derrotas personales no le desmoralizaban, sino que por el contrario, le daba la motivación suficiente para perseverar, siempre. Por eso seguía vivo a pesar de que pudo haber muerto en más de una ocasión.
Maquinando mil y un maneras de despellejar a Kurama, lo único que lo sacó de su fúrico ensimismamiento fue la voz del cocodrilo, que parecía estar dirigiéndose a él. El escualo lo miró con cara de pocos amigos. Nadie se burlaba de su color desde hace más de tres años. Ya eso había pasado de moda.
—Y a ti deberíamos darte una buena cepillada en el lomo, a ver si te podemos quitar todo ese moho que tienes pegado encima —contestó, mientras sacaba su comunicador del portaobjetos y se lo colocaba en la oreja derecha—. Yui-sama, ¿sabe como llegar a donde debería estar el Gobernador? imagino tendrá un lugar específico, como nosotros con la Torre del Arashikage. Mientras nos guía, Ayame puede sobrevolar la ciudad con su halcón allí hasta donde no pueda oír la música y nos va avisando por el comunicador si allí por donde vamos hay otro de estos parlantes.
Oh, Kaido y los genjutsu tenían una larga historia. Había caído en sus trampas tantas veces, desde Datsue en el círculo de las Rocas Ancestrales hasta Zaide, en la Prisión del Yermo. Y ahora el zorro hijo de puta. Y con unos putos parlantes. ¡Unos parlantes!... que vergüenza. Kaido apretó los puños y trató de contenerse. Pero a diferencia de Yui, este tipo de derrotas personales no le desmoralizaban, sino que por el contrario, le daba la motivación suficiente para perseverar, siempre. Por eso seguía vivo a pesar de que pudo haber muerto en más de una ocasión.
Maquinando mil y un maneras de despellejar a Kurama, lo único que lo sacó de su fúrico ensimismamiento fue la voz del cocodrilo, que parecía estar dirigiéndose a él. El escualo lo miró con cara de pocos amigos. Nadie se burlaba de su color desde hace más de tres años. Ya eso había pasado de moda.
—Y a ti deberíamos darte una buena cepillada en el lomo, a ver si te podemos quitar todo ese moho que tienes pegado encima —contestó, mientras sacaba su comunicador del portaobjetos y se lo colocaba en la oreja derecha—. Yui-sama, ¿sabe como llegar a donde debería estar el Gobernador? imagino tendrá un lugar específico, como nosotros con la Torre del Arashikage. Mientras nos guía, Ayame puede sobrevolar la ciudad con su halcón allí hasta donde no pueda oír la música y nos va avisando por el comunicador si allí por donde vamos hay otro de estos parlantes.