26/01/2021, 18:14
Kaido y Yui rieron con la broma del escualo. Rieron, sí, mientras Kokoroko abría la boca peligrosamente. Mientras adelantaba la mandíbula y mientras ponía sus dos hileras de gigantescos dientes a ambos lados de su cabeza. Abrió la boca un poco más... y cuando Kaido abrió los ojos el cocodrilo refunfuñaba apartado, a un par de metros, mientras escudriñaba los alrededores.
—Claro, en el ayuntamiento —dijo Yui—. Es ese edificio alto de allá. El del campanario.
—No quiero ser pájaro de mal agüero, pero es muy probable que el gobernador esté tan metido en ese genjutsu como lo hemos estado nosotros —dijo Ayame, comenzando a hacer sellos con sus manos ensangrentadas—. La idea no es mala, pero aunque soy bastante perceptiva, yo no tengo un sentido de la vista como la de mis halcones. Será mejor que vaya con vosotros, además soy vuestra única baza para romper ilusiones. Además, creo que ellos podrán apañárselas sin mí.
¡BAM!
—¡Wow! Genial, Ayame —felicitó Yui, observando al gran halcón peregrino que Ayame había invocado. Su rostro cambió bastante cuando el halcón se negó a hacer lo que se le había ordenado—. ¡Oye! ¡Un respeto, que la Tormenta te necesita!
Afortunadamente, el orgulloso halcón aceptó a regañadientes. No sin antes preguntarle también a Kaido si se encontraba bien. Kokoroko refunfuñó.
—Yo me he preocupado por él y sólo he recibido un insulto como respuesta —refunfuñó Kokoroko, adelantándose—. ¡Oye, Yui! ¡Te has ablandado! ¡Deberíamos estar sembrando el terror por todo el pueblo ya! ¿¡Dónde está el enemigo!?
Yui se cruzó de brazos, seria, mirando al cocodrilo. Se frotó la barbilla durante unos instantes y luego sonrió de forma peligrosa.
—Qué coño, es verdad. —Rió—. Chicos, es cuestión de tiempo que sepan lo que estamos haciendo. Así que ahora a la mierda todo. ¡¡A LA MIERDA!! ¡AL ATAQUE, KOKOROKO!
—¡Vamos, pollo! ¡A ver quién destruye más altavoces! —Súbitamente, Kokoroko salió despedido a una velocidad sobrehuma... ¿sobrecocodrila? Se perdió al cruzar un puente y girar una esquina. Empezaron a escucharse gritos. Hubo el sonido de un objeto metálico cayendo al suelo—. ¡¡UNOOOOOO!!
Yui se encogió de hombros.
—Allá por donde pasen ellos, estaremos a salvo. Descubramos quién es el hijoputa que nos ha engañado.
—Claro, en el ayuntamiento —dijo Yui—. Es ese edificio alto de allá. El del campanario.
—No quiero ser pájaro de mal agüero, pero es muy probable que el gobernador esté tan metido en ese genjutsu como lo hemos estado nosotros —dijo Ayame, comenzando a hacer sellos con sus manos ensangrentadas—. La idea no es mala, pero aunque soy bastante perceptiva, yo no tengo un sentido de la vista como la de mis halcones. Será mejor que vaya con vosotros, además soy vuestra única baza para romper ilusiones. Además, creo que ellos podrán apañárselas sin mí.
¡BAM!
—¡Wow! Genial, Ayame —felicitó Yui, observando al gran halcón peregrino que Ayame había invocado. Su rostro cambió bastante cuando el halcón se negó a hacer lo que se le había ordenado—. ¡Oye! ¡Un respeto, que la Tormenta te necesita!
Afortunadamente, el orgulloso halcón aceptó a regañadientes. No sin antes preguntarle también a Kaido si se encontraba bien. Kokoroko refunfuñó.
—Yo me he preocupado por él y sólo he recibido un insulto como respuesta —refunfuñó Kokoroko, adelantándose—. ¡Oye, Yui! ¡Te has ablandado! ¡Deberíamos estar sembrando el terror por todo el pueblo ya! ¿¡Dónde está el enemigo!?
Yui se cruzó de brazos, seria, mirando al cocodrilo. Se frotó la barbilla durante unos instantes y luego sonrió de forma peligrosa.
—Qué coño, es verdad. —Rió—. Chicos, es cuestión de tiempo que sepan lo que estamos haciendo. Así que ahora a la mierda todo. ¡¡A LA MIERDA!! ¡AL ATAQUE, KOKOROKO!
—¡Vamos, pollo! ¡A ver quién destruye más altavoces! —Súbitamente, Kokoroko salió despedido a una velocidad sobrehuma... ¿sobrecocodrila? Se perdió al cruzar un puente y girar una esquina. Empezaron a escucharse gritos. Hubo el sonido de un objeto metálico cayendo al suelo—. ¡¡UNOOOOOO!!
Yui se encogió de hombros.
—Allá por donde pasen ellos, estaremos a salvo. Descubramos quién es el hijoputa que nos ha engañado.