27/01/2021, 01:31
Al final, resultó que su idea, si bien tenía algo de sentido, no podría ser ejecutada tal y como el escualo se lo imaginó. Ayame resaltó las flaquezas del plan, aunque utilizó parte de éste para elaborar el suyo. La aparición de Takeshi así lo certificó. Tanto ese pajarraco como el prehistórico cocodrilo eran inmunes a las ilusiones generadas por la música emitida en los altavoces, así que serían ellos los encargados de eliminarlos, y así poder crear un camino seguro para los tres shinobi desde su actual posición hasta el susodicho Ayuntamiento.
«Con que ahí te escondes, bribón»
Aunque Ayame creyó que Takeshi sería suficiente para realizar aquella labor sin causar demasiado alboroto en los alrededores de Yukio—dado a su no tan extravagante tamaño y a su capacidad de vuelo—. pronto Kokoroko alteraría el plan de forma irremediable. Fue el animal el encargado de recordar las viejas usanzas de Amekoro Yui, de sus antañas formas de proceder. Vamos, que fue quien le recordó a la Tormenta como serlo en su mayor expresión. Indetenible. Indestructible. Feroz y voraz.
Umikiba Kaido ni se molestó en tratar de disuadir ni a Yui, ni a Kokoroko. Tampoco se tomó el tiempo en confortar a Ayame, quien en vano, se había estado esforzando en evitar el caos. Pero Kaido entendía que a veces, el caos forma parte del proceso y que, para llegar a la miel; de una u otra forma toca alborotar el avispero.
—A por él —acto seguido, encabezó el avance de la tropa que liberaría a Yukio del yugo de Kurama.
«Con que ahí te escondes, bribón»
Aunque Ayame creyó que Takeshi sería suficiente para realizar aquella labor sin causar demasiado alboroto en los alrededores de Yukio—dado a su no tan extravagante tamaño y a su capacidad de vuelo—. pronto Kokoroko alteraría el plan de forma irremediable. Fue el animal el encargado de recordar las viejas usanzas de Amekoro Yui, de sus antañas formas de proceder. Vamos, que fue quien le recordó a la Tormenta como serlo en su mayor expresión. Indetenible. Indestructible. Feroz y voraz.
Umikiba Kaido ni se molestó en tratar de disuadir ni a Yui, ni a Kokoroko. Tampoco se tomó el tiempo en confortar a Ayame, quien en vano, se había estado esforzando en evitar el caos. Pero Kaido entendía que a veces, el caos forma parte del proceso y que, para llegar a la miel; de una u otra forma toca alborotar el avispero.
—A por él —acto seguido, encabezó el avance de la tropa que liberaría a Yukio del yugo de Kurama.