14/01/2016, 15:44
—No, no soy Midaru. Mi nombre es Kaido, Umikiba Kaido —respondió poco después de que la chica pidiera con urgencia un poco de agua—. y sí, allí venden agua; pero yo tú dejo el dinero bien guardadito en el bolsillo.
Inclinó la cabeza hacia la izquierda, frunciendo el ceño ante la respuesta del chico de piel azul que se había presentado ante ella como Umikiba Kaido; ya que no entendía lo que quería decir con guardar su dinero en el bolsillo. ¡Pero tenía sed! Daba igual que por unos muchos ryos le clavasen una botella de agua de lo más pequeña, ella quería beber agua, fuera como fuese.
- ¡Porque esta gente cobra muy pero muy caro, eh putos ladrones!
-Oh - Susurró llevándose una mano a la boca, al parecer Kaido estaba bromeando ya que la sonrisa que mostró cuando volvió a mirarla lo delató por completo. Eri relajó su semblante y formó una pequeña sonrisa. Pero rápidamente la borró ya que quizá el dueño se había ofendido con la broma, así que se mantuvo recta. El muchacho entonces tomó algo que tenía en el cinturón y se lo tiró a la kunoichi que lo receptó antes de que pudiese caer al suelo, aunque por los pelos ya que casi se le escapaba de las manos. ¡No se lo podía creer! ¡Era agua!
El agua de Amegakure... ¡Era cierto! Él era shinobi de Amegakure... Y antes de pensar en los problemas entre villas, alianzas y demás, decidió tomar un largo trago del puro agua que ahora se deslizaba por su garganta, por fin dándole vida a su interior, sintiéndose de nuevo renovada; como si el agua que estaba bebiendo la curase las heridas que la sed le había creado. Una vez totalmente satisfecha, le tendió el termo de nuevo, lo que conllevaba a que se acercase a él - no quería que el termo se cayese al suelo, ya que ella era demasiado patosa para su gusto-.
-Muchas gracias, ¿Ka-Keid-Kim...? - Por Shiona-sama, no se acordaba de su nombre. Se sintió estúpida por un momento, ¡había olvidado el nombre del chico que le había ayudado a no terminar muerta por sed! Le empezó a picar la nariz muchísimo mientras bajaba la cabeza para que el chico no la viese llorar por su olvido. Suspiró, era un desastre.
Entonces lo recordó, era un cuento que leyó hace mucho tiempo sobre seres marinos y una protagonista con largas trenzas, nada que ver con su mundo. Su personaje favorito era un tiburón que tenía los dientes dibujados como los dientes que tenía el chico de ojos azules que tenía en frente. Sonrió al acordarse todavía de aquel cuento perdido.
-¡Muchas gracias, Samekichi-san! - Exclamó haciendo una reverencia. -Yo soy Mizumi Eri, vengo a por unas calabazas que me han encargado... - Comentó mientras jugaba con su mechón de pelo que caía al lado derecho de su cara, nerviosa, intentando cambiar de tema por si aquel chico tan amable se enfadaba con ella. Solo había conocido un par de ninjas procedentes de Amegakure, pero este era uno de los que mejor le habían caído hasta el momento y no quería que la odiase.
Inclinó la cabeza hacia la izquierda, frunciendo el ceño ante la respuesta del chico de piel azul que se había presentado ante ella como Umikiba Kaido; ya que no entendía lo que quería decir con guardar su dinero en el bolsillo. ¡Pero tenía sed! Daba igual que por unos muchos ryos le clavasen una botella de agua de lo más pequeña, ella quería beber agua, fuera como fuese.
- ¡Porque esta gente cobra muy pero muy caro, eh putos ladrones!
-Oh - Susurró llevándose una mano a la boca, al parecer Kaido estaba bromeando ya que la sonrisa que mostró cuando volvió a mirarla lo delató por completo. Eri relajó su semblante y formó una pequeña sonrisa. Pero rápidamente la borró ya que quizá el dueño se había ofendido con la broma, así que se mantuvo recta. El muchacho entonces tomó algo que tenía en el cinturón y se lo tiró a la kunoichi que lo receptó antes de que pudiese caer al suelo, aunque por los pelos ya que casi se le escapaba de las manos. ¡No se lo podía creer! ¡Era agua!
El agua de Amegakure... ¡Era cierto! Él era shinobi de Amegakure... Y antes de pensar en los problemas entre villas, alianzas y demás, decidió tomar un largo trago del puro agua que ahora se deslizaba por su garganta, por fin dándole vida a su interior, sintiéndose de nuevo renovada; como si el agua que estaba bebiendo la curase las heridas que la sed le había creado. Una vez totalmente satisfecha, le tendió el termo de nuevo, lo que conllevaba a que se acercase a él - no quería que el termo se cayese al suelo, ya que ella era demasiado patosa para su gusto-.
-Muchas gracias, ¿Ka-Keid-Kim...? - Por Shiona-sama, no se acordaba de su nombre. Se sintió estúpida por un momento, ¡había olvidado el nombre del chico que le había ayudado a no terminar muerta por sed! Le empezó a picar la nariz muchísimo mientras bajaba la cabeza para que el chico no la viese llorar por su olvido. Suspiró, era un desastre.
Entonces lo recordó, era un cuento que leyó hace mucho tiempo sobre seres marinos y una protagonista con largas trenzas, nada que ver con su mundo. Su personaje favorito era un tiburón que tenía los dientes dibujados como los dientes que tenía el chico de ojos azules que tenía en frente. Sonrió al acordarse todavía de aquel cuento perdido.
-¡Muchas gracias, Samekichi-san! - Exclamó haciendo una reverencia. -Yo soy Mizumi Eri, vengo a por unas calabazas que me han encargado... - Comentó mientras jugaba con su mechón de pelo que caía al lado derecho de su cara, nerviosa, intentando cambiar de tema por si aquel chico tan amable se enfadaba con ella. Solo había conocido un par de ninjas procedentes de Amegakure, pero este era uno de los que mejor le habían caído hasta el momento y no quería que la odiase.