11/02/2021, 02:21
Kaido se mantuvo impertérrito a las jocosas y alguna vez hirientes palabras del señor, o a las impertinentes palabras de los dos retoños que ahora tenía a su cargo. Les miró desde lo alto, con una ceja arqueada. Les estaba estudiando, para ver qué clase de nuevos shinobi eran. En muchas ocasiones no pudo evitar preguntarse, cuando aún vivía en el exilio, que de qué madera estarían hechas las nuevas generaciones de amejines. Con lo que había salido de su promoción —muchos ninjas fuertes y de gran protagonismo en los eventos más actuales de todo Ōnindo—. no estaba seguro de si las siguientes contarían con la misma suerte. No es que dudara ahora mismo de Himura Ren o de Akamatsu Nao, pero iban a ser ellos los encargados, en mucho tiempo, de convencer a Umikiba Kaido de que los genin del ahora valían la pena.
—Uhmm. Vayamos en el carruaje, pues, si tanto insiste —dijo—. aunque no puedo dejar de sentir curiosidad de porqué vino hasta Amegakure, siendo que podíamos encontrarnos con usted, allá en Shinogi-To; que es donde parece tener usted tener un problema. Pero bueno, supongo me lo contará todo en el camino. Súbanse, muchachos.
—Uhmm. Vayamos en el carruaje, pues, si tanto insiste —dijo—. aunque no puedo dejar de sentir curiosidad de porqué vino hasta Amegakure, siendo que podíamos encontrarnos con usted, allá en Shinogi-To; que es donde parece tener usted tener un problema. Pero bueno, supongo me lo contará todo en el camino. Súbanse, muchachos.