11/02/2021, 16:13
—¿Curiosidad de porqué vine acá? Realmente no creo tener un motivo que sea de tu interés, más allá de que soy un viejo aburrido que de vez en cuando quiere ver algún paisaje distinto, aunque el único cambio sea que los edificios sean de metal y no de piedra — agitó la mano para restarle importancia y caminó apoyándose en su bastón para llegar al carruaje. —Aunque sí que tengo algunas cosas que contarles.
El cochero de inmediato se acercó abriendo las puertas para su señor, y también sosteniéndola esperando a que los shinobi también entrasen.
Ante la postura del chūnin de cooperar con el cliente, Nao simplemente asintió en silencio y planeaba subir al carruaje cuando su compañera de pronto levantó la mano para pedir la palabra. «¿Y ahora?» Escuchó atentamente a Ren, quién parecía estar rindiéndose ahí mismo. «Cielos...» Ren estaba dispuesta a marcharse con la misma parsimonia con la que llegó, y esto desconcertaba bastante al castaño. ¿Qué le habría ocurrido? No creía que fuese del todo por la misión, pues ella mencionó algo sucedido en el Torneo de los Dojos. «Así, que estuvo presente en esos hechos.» ¿Pero que haría con esa información? No la conocía de nada. ¿Qué iba a hacer? ¿Detenerla y convencerla de lo contrario? Ciertamente en otras circunstancias quizá, y sólo quizá, hubiera intentado detenerla. Pero estaban por salir de misión y las decisiones no las tomaba él, por lo que tuvo que abstenerse de actuar.
Y con las mismas, también se abstuvo de comentar nada. No se sentía en posición de hablar.
Sin embargo el cliente tenía otra opinión, y claramente no se iba a contener en expresarla.
—¿Y ahora? ¿Está bien que se vaya así sin más? — Se dirigió a los shinobis que quedaban presentes. —No quiero sonar insensible, pero se me informó que serían tres ninjas y ahora tenemos uno menos. No sé si será reemplazada o si nos marchamos de todas maneras. En realidad, me da igual como quieran proceder, pues ustedes saben lo que hacen. O eso quiero creer.
El cochero de inmediato se acercó abriendo las puertas para su señor, y también sosteniéndola esperando a que los shinobi también entrasen.
Ante la postura del chūnin de cooperar con el cliente, Nao simplemente asintió en silencio y planeaba subir al carruaje cuando su compañera de pronto levantó la mano para pedir la palabra. «¿Y ahora?» Escuchó atentamente a Ren, quién parecía estar rindiéndose ahí mismo. «Cielos...» Ren estaba dispuesta a marcharse con la misma parsimonia con la que llegó, y esto desconcertaba bastante al castaño. ¿Qué le habría ocurrido? No creía que fuese del todo por la misión, pues ella mencionó algo sucedido en el Torneo de los Dojos. «Así, que estuvo presente en esos hechos.» ¿Pero que haría con esa información? No la conocía de nada. ¿Qué iba a hacer? ¿Detenerla y convencerla de lo contrario? Ciertamente en otras circunstancias quizá, y sólo quizá, hubiera intentado detenerla. Pero estaban por salir de misión y las decisiones no las tomaba él, por lo que tuvo que abstenerse de actuar.
Y con las mismas, también se abstuvo de comentar nada. No se sentía en posición de hablar.
Sin embargo el cliente tenía otra opinión, y claramente no se iba a contener en expresarla.
—¿Y ahora? ¿Está bien que se vaya así sin más? — Se dirigió a los shinobis que quedaban presentes. —No quiero sonar insensible, pero se me informó que serían tres ninjas y ahora tenemos uno menos. No sé si será reemplazada o si nos marchamos de todas maneras. En realidad, me da igual como quieran proceder, pues ustedes saben lo que hacen. O eso quiero creer.