13/02/2021, 19:55
Si había alguna duda de que aquellas máquinas quedaron completamente inservibles, en ese momento Ayame las despejó de un plumazo. O más bien de un chorrazo. Incluso Yui tuvo que apartarse porque la técnica rebotó contra la pared. Leyó en su rostro el por qué lo había hecho, pero no pensaba darle una palmadita en la espalda porque hubiera demostrado su fuerza física. Lo que le faltaba a aquella niña era espíritu. Suspiró y se dio la vuelta hacia el gobernador.
—El hotel Alba del Invierno —dijo quedamente, de muy mal humor.
—¿Qué pasa con él?
—Que donde está, Hitochi, coño. Habíamos venido a hacer rendir cuentas a alguien y era la única pista. ¿Conoces el sitio?
—Eh... sí, es un hotelucho pequeño, muy al norte, al menos a una hora caminando. La verdad, una locura establecerse ahí tan lejos de la civilización.
Yui golpeó uno de esos trastos cercanos con violencia. Hitochi dio un salto en el sitio acompañado de un gritito agudo.
—Tan lejos de la vigilancia de Amegakure. Tan lejos de la vigilancia de Oonindo. Tan lejos. Ya. —Yui se dio la vuelta hacia sus dos shinobi. Tras un vistazo general a ellos y en introspectiva, dijo—: Podríamos encontrar más enemigos, pero sólo hemos encontrado una mierdecilla de patrulla hasta ahora. Si deshacemos las invocaciones, quizás nos de tiempo a descansar un poco mientras nos movemos hacia el norte de la aldea y podríamos pasar desapercibidos. —Se encaró de nuevo con el Gobernador—. Hitochi. ¡Dioses, deja de saltar cada vez que te hablo, te conozco desde hace décadas, si no te he matado ya no te voy a matar ahora, COJONES!
—¡¡AAAH!! Vale, vale, dígame Yui. Señora.
—¿Ayúdanos a conseguir capas de viaje de diferentes colores a los nuestros. Cuanto más harapientas y comunes mejor.
—El hotel Alba del Invierno —dijo quedamente, de muy mal humor.
—¿Qué pasa con él?
—Que donde está, Hitochi, coño. Habíamos venido a hacer rendir cuentas a alguien y era la única pista. ¿Conoces el sitio?
—Eh... sí, es un hotelucho pequeño, muy al norte, al menos a una hora caminando. La verdad, una locura establecerse ahí tan lejos de la civilización.
Yui golpeó uno de esos trastos cercanos con violencia. Hitochi dio un salto en el sitio acompañado de un gritito agudo.
—Tan lejos de la vigilancia de Amegakure. Tan lejos de la vigilancia de Oonindo. Tan lejos. Ya. —Yui se dio la vuelta hacia sus dos shinobi. Tras un vistazo general a ellos y en introspectiva, dijo—: Podríamos encontrar más enemigos, pero sólo hemos encontrado una mierdecilla de patrulla hasta ahora. Si deshacemos las invocaciones, quizás nos de tiempo a descansar un poco mientras nos movemos hacia el norte de la aldea y podríamos pasar desapercibidos. —Se encaró de nuevo con el Gobernador—. Hitochi. ¡Dioses, deja de saltar cada vez que te hablo, te conozco desde hace décadas, si no te he matado ya no te voy a matar ahora, COJONES!
—¡¡AAAH!! Vale, vale, dígame Yui. Señora.
—¿Ayúdanos a conseguir capas de viaje de diferentes colores a los nuestros. Cuanto más harapientas y comunes mejor.