3/04/2021, 15:49
Tras caminar incontables peldaños, Juro empezó a sentirse puramente agotado. El trecho que le quedaba era demasiado grande y aunque podía avistar la cima, no sabía muy bien que pasaría cuando llegara. Poco a poco, se sintió superado por aquella extraña sensación de angustia. Aquella estúpida incapacidad. Tenía que seguir caminando. Llegaría a algún lugar, seguramente. ¿Por qué entonces sus piernas se doblegaban? ¿Por qué le costaba tanto? Si el camino estaba delante, ¿por qué le daba tanto miedo seguir?
Solo un rato más tarde se daría cuenta de que el problema no era la montaña ni el cansancio, sino lo que en ese momento simbolizaba para él.
Se sentó en el lugar más sólido que encontró, en mitad del camino serpenteante de las Escaleras al Cielo. Bebió agua y se serenó, mentalizandose para la subida. Se repitió que había ningún problema en parar, mientras la idea fuera volver a levantarse luego. No importaba si no podía sacar fuerzas de su interior, tendría que acceder a ellas de cualquier forma. Iban a ser sus piernas las que le llevaran hasta arriba.
Justo cuando pensó que Chōmei estaba extrañamente callado, escuchó las pisadas. Y se dio cuenta de que ya no estaba solo en aquel lugar. No sabía cuanto rato había parado, pero sí que alguien parecía estar ascendiendo por el mismo tramo que él.
Se tapó aún más con la manta que arrastraba, mientras mantenía su disfraz. Se repitió que, si se mentalizaba, no tenía porque pasar nada. Probablemente era un peregrino que le tomaría por otra persona común, haciendo un descanso. Y si la cosa se ponía fea, siempre podía saltar por el precipicio y salir volando antes de que un pilar le atravesara. Hasta un shinobi lo tendría dificil para perseguirle en semejante terreno.
Cuando las pisadas se acercaron, se dio la vuelta, mientras esgrimía su mejor sonrisa y un gesto amable...
... que se quedó congelado en su rostro. Ojiplático, vio que la persona que tenía delante no era otra que Aotsuki Ayame. Quiso abrir la boca para decir algo, pero su garganta se hizo un nudo tremendo.
Los recuerdos le inundaron. Su pequeño y casi mortal encuentro, hace ya varios años, en aquella mansión embrujada no significo mucho más que una pequeña alianza y un paso hacia una posible amistad. Pero desde entonces, todo se había empañado de circustancias. Desde la amenaza de los generales, el encuentro con Kokuō en su cuerpo y el exilio de Juro, habían ocurrido tantas cosas. Él siempre había escuchado hablar de ella, por múltiples personas. Pero... ¿Qué pensaría la chica al verle ahora? Supo que de todas los que se podría haber encontrado, ella era la que más fácil iba a ver a través de su disfraz.
¿Qué haría Ayame en cuanto se diera cuenta?
Al igual que Juro, Chōmei también estaba cargado de emociones. Juro pudo sentirlo. Al fin y al cabo, ahí estaba alguien muy importante para él...
Solo un rato más tarde se daría cuenta de que el problema no era la montaña ni el cansancio, sino lo que en ese momento simbolizaba para él.
Se sentó en el lugar más sólido que encontró, en mitad del camino serpenteante de las Escaleras al Cielo. Bebió agua y se serenó, mentalizandose para la subida. Se repitió que había ningún problema en parar, mientras la idea fuera volver a levantarse luego. No importaba si no podía sacar fuerzas de su interior, tendría que acceder a ellas de cualquier forma. Iban a ser sus piernas las que le llevaran hasta arriba.
Justo cuando pensó que Chōmei estaba extrañamente callado, escuchó las pisadas. Y se dio cuenta de que ya no estaba solo en aquel lugar. No sabía cuanto rato había parado, pero sí que alguien parecía estar ascendiendo por el mismo tramo que él.
Se tapó aún más con la manta que arrastraba, mientras mantenía su disfraz. Se repitió que, si se mentalizaba, no tenía porque pasar nada. Probablemente era un peregrino que le tomaría por otra persona común, haciendo un descanso. Y si la cosa se ponía fea, siempre podía saltar por el precipicio y salir volando antes de que un pilar le atravesara. Hasta un shinobi lo tendría dificil para perseguirle en semejante terreno.
Cuando las pisadas se acercaron, se dio la vuelta, mientras esgrimía su mejor sonrisa y un gesto amable...
... que se quedó congelado en su rostro. Ojiplático, vio que la persona que tenía delante no era otra que Aotsuki Ayame. Quiso abrir la boca para decir algo, pero su garganta se hizo un nudo tremendo.
Los recuerdos le inundaron. Su pequeño y casi mortal encuentro, hace ya varios años, en aquella mansión embrujada no significo mucho más que una pequeña alianza y un paso hacia una posible amistad. Pero desde entonces, todo se había empañado de circustancias. Desde la amenaza de los generales, el encuentro con Kokuō en su cuerpo y el exilio de Juro, habían ocurrido tantas cosas. Él siempre había escuchado hablar de ella, por múltiples personas. Pero... ¿Qué pensaría la chica al verle ahora? Supo que de todas los que se podría haber encontrado, ella era la que más fácil iba a ver a través de su disfraz.
¿Qué haría Ayame en cuanto se diera cuenta?
Al igual que Juro, Chōmei también estaba cargado de emociones. Juro pudo sentirlo. Al fin y al cabo, ahí estaba alguien muy importante para él...
« ¿Hermana?»
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60