5/04/2021, 20:15
«Señorita, déjeme hablar con él.» Insistía Kokuō.
«Espera, por favor. Sé las ganas que tienes de hablar con tu hermano, y lo entiendo. Te prometo que lo harás, pero antes necesito asegurarme de unas cuantas cosas.»
No le hacía ninguna gracia. Y Ayame notaba los esfuerzos que estaba haciendo el Bijū por contener su orgullo, acatar su petición y no tomar su cuerpo directamente. En otras ocasiones lo había hecho, en muchas de ellas en situaciones completamente irresponsables, pero parecía que Kokuō también comprendía la importancia de aquel momento. Lo mucho que significaba para los cuatro allí presentes.
—No. Chōmei y yo estamos en contra de su imperio —respondió Juro, mirándola fijamente con aquellos profundos ojos oscuros—. Puede que vayamos por libre, pero tenemos las mismas ganas de acabar con él que vosotros.
Ayame parpadeó un par de veces, entre sorprendida y confundida. Todo aquel tiempo que Juro había pasado como exiliado, ella se había apoyado en la sospecha de que el Jinchūriki había asesinado a su Kage después de aliarse con Kurama. Era lo más rápido y sencillo de intuir. Pero él ahora lo negaba. Y ella quería creerle, quería sentirse aliviada por su revelación. Pero si aquella no había sido la razón para cometer aquel atroz crimen, ¿cuál había sido entonces?
—Quizá mi palabra no te valga de mucho, pero no tengo ninguna intención de hacerte daño tampoco —continuó el exiliado, alzando las manos de manera similar a como lo había hecho Ayame segundos atrás—. En ninguna circunstancia. No quiero provocar más conflictos. A Chōmei y a mí nos encantaría hablar contigo... y con Kokuō, si está dispuesta, claro.
—N... No. Te creo —asintió Ayame, bajando las manos con cierta cautela—. Con gusto hablaremos con vosotros. Llevamos mucho tiempo queriendo hacerlo, nuestro último encuentro fue... bueno —sus labios temblaron en una sonrisa incómoda y nerviosa, pero no dio más detalles. Estaba segura de que Juro lo recordaría bien; después de todo, Kokuō les dio un buen susto en el bosque. Pero el gesto de Ayame volvió a tornarse serio inmediatamente—. Pero antes necesito saber el por qué. Si no estabas del lado de Kurama, ¿entonces por qué...? ¿Por qué hiciste algo así, Juro?
«Espera, por favor. Sé las ganas que tienes de hablar con tu hermano, y lo entiendo. Te prometo que lo harás, pero antes necesito asegurarme de unas cuantas cosas.»
No le hacía ninguna gracia. Y Ayame notaba los esfuerzos que estaba haciendo el Bijū por contener su orgullo, acatar su petición y no tomar su cuerpo directamente. En otras ocasiones lo había hecho, en muchas de ellas en situaciones completamente irresponsables, pero parecía que Kokuō también comprendía la importancia de aquel momento. Lo mucho que significaba para los cuatro allí presentes.
—No. Chōmei y yo estamos en contra de su imperio —respondió Juro, mirándola fijamente con aquellos profundos ojos oscuros—. Puede que vayamos por libre, pero tenemos las mismas ganas de acabar con él que vosotros.
Ayame parpadeó un par de veces, entre sorprendida y confundida. Todo aquel tiempo que Juro había pasado como exiliado, ella se había apoyado en la sospecha de que el Jinchūriki había asesinado a su Kage después de aliarse con Kurama. Era lo más rápido y sencillo de intuir. Pero él ahora lo negaba. Y ella quería creerle, quería sentirse aliviada por su revelación. Pero si aquella no había sido la razón para cometer aquel atroz crimen, ¿cuál había sido entonces?
—Quizá mi palabra no te valga de mucho, pero no tengo ninguna intención de hacerte daño tampoco —continuó el exiliado, alzando las manos de manera similar a como lo había hecho Ayame segundos atrás—. En ninguna circunstancia. No quiero provocar más conflictos. A Chōmei y a mí nos encantaría hablar contigo... y con Kokuō, si está dispuesta, claro.
—N... No. Te creo —asintió Ayame, bajando las manos con cierta cautela—. Con gusto hablaremos con vosotros. Llevamos mucho tiempo queriendo hacerlo, nuestro último encuentro fue... bueno —sus labios temblaron en una sonrisa incómoda y nerviosa, pero no dio más detalles. Estaba segura de que Juro lo recordaría bien; después de todo, Kokuō les dio un buen susto en el bosque. Pero el gesto de Ayame volvió a tornarse serio inmediatamente—. Pero antes necesito saber el por qué. Si no estabas del lado de Kurama, ¿entonces por qué...? ¿Por qué hiciste algo así, Juro?