7/04/2021, 08:12
Datsue rápidamente optó por crear un terreno alto con el cuál observar lo que sucedía alrededor. Y sería ahí, cuando vería al sujeto responsable de todo: Un hombre musculoso y peinado a rastas ya algo anciano que de pronto se hallaba parado sobre la tarima a escasos metros del organizador del evento. ¿De dónde lo conocía? Como fuese, la mujer que previamente había estado ayudando al magnate ahora se encontraba valientemente interponiéndose entre su jefe y la mole de shinobi cuya bandana tachada de Amegakure en su brazo izquierdo ya algo desgastada brillaba suavemente.
La escalera de madera que daba acceso a la tarima estaba destrozada, como si hubiera roto las tablas con sus simples pasos.
Datsue además distinguiría que su chakra brillaba un tanto intenso.
—¿El caballero deja que lo defienda la dama?— Se burló el hombre alto justo cuando se lanzó contra ambos dispuesto a pegarle un codazo a la mujer para apartarla.
Sería entonces cuando otra sombra se interpondría de repente para bloquear el golpe con su propio antebrazo.
—¿Y a este quién lo invitó a la fiesta...? — Dijo sorprendido mientras ambos mantenían sus brazos ejerciendo presión como quién choca espadas, aunque ninguno de los dos cedía.
El otro hombre tenía una media melena castaña, y estaba cubierto totalmente por una túnica negra, portando además una enorme guadaña negra en la espalda. No dijo nada, pero sostenía la mirada. Además que al menos a los ojos de Datsue, su chakra era bastante más imponente que el del renegado.
La fémina se mantenía en guardia, pero el mentado Konda, estaba increíblemente relajado, al punto que se tomó la molestia de meter las manos a los bolsillos mientras observaba el caos reinar a su alrededor. De hecho, su chakra resultó tampoco ser de civil.
—¿Sabe usted señor Kid? Hoy era un día muy importante, y me molesta que me interrumpan. Pero ya que ha sido tan amable de venir, ¿me va a devolver a la niña secuestrada por las buenas? — Comentó como quién se pone a hablar sobre el clima.
Nao por su lado escuchaba la conversación, pero no podía oír nada. «Humo, madera rota, tierra romperse. ¿Qué demonios?» La gente huía, pero él no, prefirió quedarse en su sitio, aunque poco o más podía hacer con el humo que le estaba sonsacando una terrible tos. «Algo me dice que me estoy perdiendo de algo muy bueno.» Nao retrocedió lentamente para estar libre del humo, siendo que la tos no le dejaba ni tomar el pincel.
Si Datsue oteaba aún más la zona, se percataría quizás de Nao, y de otro par de figuras que ahora salían de entre el humo mezclándose con los civiles.
La escalera de madera que daba acceso a la tarima estaba destrozada, como si hubiera roto las tablas con sus simples pasos.
Datsue además distinguiría que su chakra brillaba un tanto intenso.
—¿El caballero deja que lo defienda la dama?— Se burló el hombre alto justo cuando se lanzó contra ambos dispuesto a pegarle un codazo a la mujer para apartarla.
Sería entonces cuando otra sombra se interpondría de repente para bloquear el golpe con su propio antebrazo.
—¿Y a este quién lo invitó a la fiesta...? — Dijo sorprendido mientras ambos mantenían sus brazos ejerciendo presión como quién choca espadas, aunque ninguno de los dos cedía.
El otro hombre tenía una media melena castaña, y estaba cubierto totalmente por una túnica negra, portando además una enorme guadaña negra en la espalda. No dijo nada, pero sostenía la mirada. Además que al menos a los ojos de Datsue, su chakra era bastante más imponente que el del renegado.
La fémina se mantenía en guardia, pero el mentado Konda, estaba increíblemente relajado, al punto que se tomó la molestia de meter las manos a los bolsillos mientras observaba el caos reinar a su alrededor. De hecho, su chakra resultó tampoco ser de civil.
—¿Sabe usted señor Kid? Hoy era un día muy importante, y me molesta que me interrumpan. Pero ya que ha sido tan amable de venir, ¿me va a devolver a la niña secuestrada por las buenas? — Comentó como quién se pone a hablar sobre el clima.
Nao por su lado escuchaba la conversación, pero no podía oír nada. «Humo, madera rota, tierra romperse. ¿Qué demonios?» La gente huía, pero él no, prefirió quedarse en su sitio, aunque poco o más podía hacer con el humo que le estaba sonsacando una terrible tos. «Algo me dice que me estoy perdiendo de algo muy bueno.» Nao retrocedió lentamente para estar libre del humo, siendo que la tos no le dejaba ni tomar el pincel.
Si Datsue oteaba aún más la zona, se percataría quizás de Nao, y de otro par de figuras que ahora salían de entre el humo mezclándose con los civiles.