7/04/2021, 14:23
Desde el cielo, cual águila, Datsue lo vio todo. Tres personas con demasiado chakra como para considerarse civiles salieron del humo. Uno de ellos permaneció en el sitio, tosiendo; los otros dos corrían junto al público. ¿Enemigos? ¿O meros espectadores casuales?
No tuvo tiempo a pensarlo demasiado, no obstante. Sus ojos, iluminados por el poder ancestral de los Uchiha, recorrieron rápidamente la tarima y se encontraron con una cara muy conocida. Una cara que había tratado de enterrar en lo más profundo del olvido junto a todo lo que había acontecido el día que lo conoció.
No se sentía especialmente orgulloso de su papel en el mito del oeste. Era una etapa en la que Shukaku le sacaba de quicio, en la que siempre estaba cansado e irritable, pensando en formas de salvar a Aiko, y en la que su obsesión por el dinero había pasado la línea de lo enfermizo. Personas como Rōga o como el propio Kid tampoco es que se lo hubiesen puesto fácil, claro, pero de ser él como en aquellos tiempos, probablemente hubiese dado la espalda a aquella situación problemática y se hubiese ido junto al resto.
Formó el sello del Carnero. Por desgracia para aquel instante, él ya no era así.
El Sunshin le llevó a la tarima en un suspiro. Aterrizó con una rodilla flexionada y los antebrazos sobre esta; se irguió lentamente, sin prisa, observando primero a Hakaze Konda, luego al que suponía era su guardaespaldas, y finalmente al viejo conocido, a unos cinco metros de distancia. Por suerte para aquel instante, Datsue tampoco era ya el crío asustadizo al que podían intimidar con unos cuántos caballos y un poco de músculo.
—Hokkai Kid —dijo, mirándole a los ojos, aunque dudaba que éste le correspondiese con la suya. Ya dos años atrás rehuía de su Sharingan, cuando había poco que temer de sus truquillos. Ahora rehuirla era preinscripción médica para no morir—. Volvemos a encontrarnos.
No tuvo tiempo a pensarlo demasiado, no obstante. Sus ojos, iluminados por el poder ancestral de los Uchiha, recorrieron rápidamente la tarima y se encontraron con una cara muy conocida. Una cara que había tratado de enterrar en lo más profundo del olvido junto a todo lo que había acontecido el día que lo conoció.
No se sentía especialmente orgulloso de su papel en el mito del oeste. Era una etapa en la que Shukaku le sacaba de quicio, en la que siempre estaba cansado e irritable, pensando en formas de salvar a Aiko, y en la que su obsesión por el dinero había pasado la línea de lo enfermizo. Personas como Rōga o como el propio Kid tampoco es que se lo hubiesen puesto fácil, claro, pero de ser él como en aquellos tiempos, probablemente hubiese dado la espalda a aquella situación problemática y se hubiese ido junto al resto.
Formó el sello del Carnero. Por desgracia para aquel instante, él ya no era así.
El Sunshin le llevó a la tarima en un suspiro. Aterrizó con una rodilla flexionada y los antebrazos sobre esta; se irguió lentamente, sin prisa, observando primero a Hakaze Konda, luego al que suponía era su guardaespaldas, y finalmente al viejo conocido, a unos cinco metros de distancia. Por suerte para aquel instante, Datsue tampoco era ya el crío asustadizo al que podían intimidar con unos cuántos caballos y un poco de músculo.
—Hokkai Kid —dijo, mirándole a los ojos, aunque dudaba que éste le correspondiese con la suya. Ya dos años atrás rehuía de su Sharingan, cuando había poco que temer de sus truquillos. Ahora rehuirla era preinscripción médica para no morir—. Volvemos a encontrarnos.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado