7/04/2021, 15:53
Hokkai Kid seguía con su lengua afilada de siempre. Parecía no haber cambiado en absoluto. No obstante, si mal no recordaba, era un perro ladrador poco mordedor. Lleno de amenazas y de intimidaciones, pero nunca le había visto ejecutarlas. Aquella ocasión era, de hecho, la primera vez que le veía intentarlo.
—Por supuesto que no recuerdas quién soy —dijo, y sintió a Shukaku bullir en su interior con la intención de soltarle un par de cosas más. Optó por decirle solo una:—. De lo contrario, ya tendrías los calzones manchados.
Por otro lado, parecía que él no era el único que se había dado cuenta de los otros ninjas que había entre el público. El ricachón llamado Konda lo había visto también —cómo, no tenía ni idea—, y ahora le hablaba con unas palabras ya no tan amables ni tan gentiles como minutos atrás había sido con el público. Algo le decía en sus carnes que no era trigo limpio. Por otra parte, Hokkai Kid era un jodido exiliado, y era él quien había gestado el atentado. Un atentado un tanto patético, a decir verdad. Bien podría haberse esperado a atacar por la noche, sin un centenar de ojos sobre la escena del crimen.
—Señor Konda, será un placer para mí ayudarle. Aunque al respecto sospecho que el Hokkai Kid que tenemos ante nosotros no es más que un clon. El Kid que yo conocí era un fanfarrón, pero nunca lo vi exponerse tanto.
Aunque el Hokkai Kid que él había conocido también le había asegurado en una ocasión que nunca había aprendido a usar Kage Bunshins. ¿Había sido una mentira, o había aprendido ahora? Porque le costaba creer que se fuese a arriesgar tanto a plena luz del día. «Tendré que comprobarlo.»
Aprovechando que el exiliado de Ame seguía forcejeando contra la tétrica figura portadora de una guadaña, se movió rápidamente hacia delante de un súbito salto a ras de suelo mientras en la palma de su mano se generaba un remolino del color de la arena.
Extendió el brazo y se lo estampó en el costado.
—¡Oyako Rasengan!
—Por supuesto que no recuerdas quién soy —dijo, y sintió a Shukaku bullir en su interior con la intención de soltarle un par de cosas más. Optó por decirle solo una:—. De lo contrario, ya tendrías los calzones manchados.
Por otro lado, parecía que él no era el único que se había dado cuenta de los otros ninjas que había entre el público. El ricachón llamado Konda lo había visto también —cómo, no tenía ni idea—, y ahora le hablaba con unas palabras ya no tan amables ni tan gentiles como minutos atrás había sido con el público. Algo le decía en sus carnes que no era trigo limpio. Por otra parte, Hokkai Kid era un jodido exiliado, y era él quien había gestado el atentado. Un atentado un tanto patético, a decir verdad. Bien podría haberse esperado a atacar por la noche, sin un centenar de ojos sobre la escena del crimen.
—Señor Konda, será un placer para mí ayudarle. Aunque al respecto sospecho que el Hokkai Kid que tenemos ante nosotros no es más que un clon. El Kid que yo conocí era un fanfarrón, pero nunca lo vi exponerse tanto.
Aunque el Hokkai Kid que él había conocido también le había asegurado en una ocasión que nunca había aprendido a usar Kage Bunshins. ¿Había sido una mentira, o había aprendido ahora? Porque le costaba creer que se fuese a arriesgar tanto a plena luz del día. «Tendré que comprobarlo.»
Aprovechando que el exiliado de Ame seguía forcejeando contra la tétrica figura portadora de una guadaña, se movió rápidamente hacia delante de un súbito salto a ras de suelo mientras en la palma de su mano se generaba un remolino del color de la arena.
Extendió el brazo y se lo estampó en el costado.
—¡Oyako Rasengan!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado