7/04/2021, 23:39
Konda negó con la cabeza.
—Es algo mucho más complejo...— Alzó la mirada.
—Nii-sama — Se acercó la fémina del vestido negro. —¿Vas a contarle? Es, un asunto delicado — La mujer mantenía una mueca en su rostro, siendo que no parecía confiar en el shinobi de la Espiral.
Konda alzó la mano.
—Es necesario. Quizá en este punto sea nuestra oportunidad de rescatarla. Además es un shinobi de buen corazón por lo que parece. Quiero creer en él — Sonrió y volvió a observar a Datsue. —Disculpa, ella es mi hermana, Kokona. Ella se encarga de todos los asuntos legales cuando yo estoy demasiado ocupado. Es mi mano derecha en estos negocios.
La mujer hizo una reverencia.
—Lo siento, es que las cosas no son tan sencillas.
—Creo que quizá se los motivos, pero nomás es una teoría — Suspiró. —Cuando te manejas ayudando a infantes, no es raro encontrar alguno en circunstancias "especiales". En el caso de esta niña, en algún punto manifestó un poder especial... Eso a lo que llaman Kekkei Gen Kai — Hizo una pausa y miró al cielo. —¿Me creerías si te digo que es capaz de manipular oro?— Bajó su vista hasta el muchacho. —Podía crearlo reluciente y duro, aunque para alguien que trabaja con metales como yo, es sabido de sobra que no existe oro completamente limpio sin alguna impureza de otro mineral. Así que se podría decir que su pureza es la prueba de su falsedad, aunque difícilmente si no lo analizas por tu propia cuenta no te darías cuenta de este detalle.
La mujer se dirigió a Datsue.
—Recogimos a la niña vagando en Yamiria, su madre había muerto de una enfermedad y no tenía a quién acudir. Respondía al nombre de Komako. No sabemos como obtuvo acceso a esta información. Sólo se nos informó que irrumpió, la cargó con su brazo, y se la llevó.
—Créeme que lo último que esperaba, era que alguien atacara una casa de huérfanos. Desde entonces he tenido que reforzar seguridad... Confiaba, en que mis propios hombres serían capaces de rastrearla; grave error.
Nao y el castaño, seguían a su rollo.
—Es algo mucho más complejo...— Alzó la mirada.
—Nii-sama — Se acercó la fémina del vestido negro. —¿Vas a contarle? Es, un asunto delicado — La mujer mantenía una mueca en su rostro, siendo que no parecía confiar en el shinobi de la Espiral.
Konda alzó la mano.
—Es necesario. Quizá en este punto sea nuestra oportunidad de rescatarla. Además es un shinobi de buen corazón por lo que parece. Quiero creer en él — Sonrió y volvió a observar a Datsue. —Disculpa, ella es mi hermana, Kokona. Ella se encarga de todos los asuntos legales cuando yo estoy demasiado ocupado. Es mi mano derecha en estos negocios.
La mujer hizo una reverencia.
—Lo siento, es que las cosas no son tan sencillas.
—Creo que quizá se los motivos, pero nomás es una teoría — Suspiró. —Cuando te manejas ayudando a infantes, no es raro encontrar alguno en circunstancias "especiales". En el caso de esta niña, en algún punto manifestó un poder especial... Eso a lo que llaman Kekkei Gen Kai — Hizo una pausa y miró al cielo. —¿Me creerías si te digo que es capaz de manipular oro?— Bajó su vista hasta el muchacho. —Podía crearlo reluciente y duro, aunque para alguien que trabaja con metales como yo, es sabido de sobra que no existe oro completamente limpio sin alguna impureza de otro mineral. Así que se podría decir que su pureza es la prueba de su falsedad, aunque difícilmente si no lo analizas por tu propia cuenta no te darías cuenta de este detalle.
La mujer se dirigió a Datsue.
—Recogimos a la niña vagando en Yamiria, su madre había muerto de una enfermedad y no tenía a quién acudir. Respondía al nombre de Komako. No sabemos como obtuvo acceso a esta información. Sólo se nos informó que irrumpió, la cargó con su brazo, y se la llevó.
—Créeme que lo último que esperaba, era que alguien atacara una casa de huérfanos. Desde entonces he tenido que reforzar seguridad... Confiaba, en que mis propios hombres serían capaces de rastrearla; grave error.
Nao y el castaño, seguían a su rollo.