9/04/2021, 05:50
Datsue no tardó un presentar sus demandas, o mejor dicho, sus órdenes. A Nao le daba la impresión de que el otro sólo estaba moviendo todo a su antojo. Podía alegarle, pero era demasiado problema. Ante todo, quería cuidar su imagen personal; por lo que la idea de un novato rezongón que no colaboraba con alguien necesitado no era algo que encajara. Aunque claro, eso no le quitaba la sensación de que estaba siendo mandoneado.
—Algo para refrescar no vendría mal — Suspiró pesadamente. —Con lo segundo, no prometo nada. Debo advertir, que a decir verdad y por extraño que parezca, no tengo muchos allegados o conocidos en la aldea... Por no decir ninguno; así que en ese apartado me temo no podré serle de utilidad —. Negó suavemente con la cabeza.
Salvo por Ayame, que básicamente se podría decir era un nombre público en la aldea, no tenía ni idea de quienes eran los otros de los que le estaba hablando. Para más inri, en el caso de La Guardiana, su conocimiento acerca de su existencia era más de nombre que otra cosa.
Mientras le seguía el paso al Uchiha debido a que no tenía nada mejor que hacer, rápidamente divisaron variopintos posibles restaurantes en la zona. Siendo un lugar turístico pese a todo, no era raro encontrar negocios de todo tipo en búsqueda del ingreso por parte de los visitantes extranjeros.
Había desde restaurantes formales, hasta posadas y bares. Algunos negocios más discretos como cafeterías o puestos callejeros parecían menos atiborrados y hasta olvidados. Como fuese, lugares para escoger, tenían a su disposición. El más apartado era un pequeño local de té y postres tradicionales, cuyo aspecto era bastante menos llamativo que el de los grandes hostales del sector.
—Algo para refrescar no vendría mal — Suspiró pesadamente. —Con lo segundo, no prometo nada. Debo advertir, que a decir verdad y por extraño que parezca, no tengo muchos allegados o conocidos en la aldea... Por no decir ninguno; así que en ese apartado me temo no podré serle de utilidad —. Negó suavemente con la cabeza.
Salvo por Ayame, que básicamente se podría decir era un nombre público en la aldea, no tenía ni idea de quienes eran los otros de los que le estaba hablando. Para más inri, en el caso de La Guardiana, su conocimiento acerca de su existencia era más de nombre que otra cosa.
Mientras le seguía el paso al Uchiha debido a que no tenía nada mejor que hacer, rápidamente divisaron variopintos posibles restaurantes en la zona. Siendo un lugar turístico pese a todo, no era raro encontrar negocios de todo tipo en búsqueda del ingreso por parte de los visitantes extranjeros.
Había desde restaurantes formales, hasta posadas y bares. Algunos negocios más discretos como cafeterías o puestos callejeros parecían menos atiborrados y hasta olvidados. Como fuese, lugares para escoger, tenían a su disposición. El más apartado era un pequeño local de té y postres tradicionales, cuyo aspecto era bastante menos llamativo que el de los grandes hostales del sector.