10/04/2021, 20:29
—No es precisamente algo que sea fácil de explicar —respondió Juro, y Ayame alzó una ceja ligeramente. No había reproche en su gesto a simple vista, solo y llanamente curiosidad—. Probablemente pensarás que quise traicionar a mi villa, pero la verdad es que no es así. Kusagakure sigue siendo mi hogar y lo será hasta el día de mi muerte. Ahí vive mi familia, mis amigos y mis compañeros. También siguen siendo las personas más importantes para mí, aunque probablemente, ellos ahora mismo me odiarán. Mi idiotez podría haberlos matado, así que no les culpo.
Ayame lanzó un profundo suspiro.
—Te voy a ser sincera: no es que pensara que quisieras traicionar a tu aldea. Pero la única razón lógica que se me ocurría era que os hubiéseis unido al Ejército de Kurama y hubieseis actuado bajo su mandato.
—Mis intenciones no fueron asesinar a mi antiguo líder, pero bueno, ya sabes lo que se dice, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones —Aclaró. O, al menos, intentó hacerlo, porque la verdad era que Ayame cada vez entendía menos—. En ese momento, solo quería escapar de él. Huir lo más lejos posible y ponernos a salvo. Pero él me persiguió y la cosa se descontroló. Yo me descontrolé. Chōmei no tuvo la culpa.
—Pero... ¿Por qué querías huir de alguien como Kenzo-dono? Quiero decir... era tu Morikage...
De verdad que no lo entendía, y estaba haciendo verdaderos esfuerzos por hacerlo. ¿Qué razón de peso te llevaba a querer huir del que había sido tu máximo líder, el padre de tu aldea? Ella misma había sufrido la ira de Yui en numerosas ocasiones. ¡Había llegado a sentir su espada en el cuello!
Ayame lanzó un profundo suspiro.
—Te voy a ser sincera: no es que pensara que quisieras traicionar a tu aldea. Pero la única razón lógica que se me ocurría era que os hubiéseis unido al Ejército de Kurama y hubieseis actuado bajo su mandato.
—Mis intenciones no fueron asesinar a mi antiguo líder, pero bueno, ya sabes lo que se dice, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones —Aclaró. O, al menos, intentó hacerlo, porque la verdad era que Ayame cada vez entendía menos—. En ese momento, solo quería escapar de él. Huir lo más lejos posible y ponernos a salvo. Pero él me persiguió y la cosa se descontroló. Yo me descontrolé. Chōmei no tuvo la culpa.
—Pero... ¿Por qué querías huir de alguien como Kenzo-dono? Quiero decir... era tu Morikage...
De verdad que no lo entendía, y estaba haciendo verdaderos esfuerzos por hacerlo. ¿Qué razón de peso te llevaba a querer huir del que había sido tu máximo líder, el padre de tu aldea? Ella misma había sufrido la ira de Yui en numerosas ocasiones. ¡Había llegado a sentir su espada en el cuello!